LA ADHALIA NEGRA
AMELIA
— ¿Qué es esto? –Digo cuando él me da unos papeles en un sobre amarillo
— ¡Felicidades! La casa ya es tuya. He decidido dártela como un obsequio por la mágica noche de ayer. Me encantas, preciosa.
— ¿Debo agradecer o valorarlo como mi trabajo?
— Como quieras. Vámonos porque alguien nos espera.
Efectivamente algo muy importante nos espera hoy, los dos estamos cumpliendo nuestra parte del trato.
Sonrió, dejo los papeles y salgo con él.
Seguimos el camino en su auto y al llegar me ayuda a bajar del carro, quito los lentes oscuros que llevo y sonrió al ver lo que me espera.
Hola nuevo mundo... Adiós, Adhalia negra.
Alejandro me da el paso. Entro al gran edificio, él da unas cuantas firmas y logramos pasar. Yo no digo nada, estoy encantada.
Conforme nos vamos internando en los pasillos la gente se le ve muy estresada, algunas corren de un lugar a otro, otras gritan "maquillaje" otros tantos toman fotos. Es el paraíso aquí.
— ¿Lista? –Dice Alejandro antes de subir