Una bailarina nocturna era cuando lo conocí, había estado con tantos hombres por dinero pero nadie como él. Él era poder, él era tentación y también, era un hombre casado. Si quería terminar con esta vida que llevaba, había que quitar una piedra de mi camino, su esposa. Un hombre casado era cuando la conocí, tuve lo más bonito y lo perdí a causa de ella. ¿Cómo el mundo podía ser tan pequeño? ¿Cómo pude enamorarme de dos hermanas al mismo tiempo? Pero aún más importante, ¿cómo fue su propia hermana capaz de terminar con la vida de mi esposa? Solo hay una manera para hacerla pagar, casarme con la asesina de mi esposa. Al final, ¿lograré perdonarle a causa del amor que le tengo?
Ler maisUN AÑO ANTES
Una noche más el público me esperaba. Peinaba mi cabello lentamente mientras pensaba en todo y a la vez en nada. Estaba lista, ya solo faltaba escuchar mi llamado. La Adalia negra, ese era el nombre que usaba todas las noches, ese era el nombre con el que bailaba y ese era el nombre por el que los hombres apostaban grandes cantidades de dinero.
De un momento a otro, Natalia me sacó de mis pensamientos al entrar por la puerta del pequeño camerino improvisado que nos habían dado a las bailarinas.
—Ya te toca bailar –dijo ella comenzando a maquillarse. Después de mí, seguiría ella.
—Ya voy –. Tomé el antifaz y salí un poco fastidiada.
Había veces en que sentía mi vida aburrirme. Cada fin de semana, cada noche. ¿Hasta cuándo mi vida iba a cambiar?
Pasados unos minutos me anunciaron para el gran debut de la noche. Los chiflidos de los hombres, los gritos, las cantidades de billetes que lanzaban. Eso era lo que me hacía ser quien era en este lugar tan pequeño pero siendo un mundo adentro.
Fue entonces como comencé a bailar como cada noche lo hacía. Llovían silbidos y palabras de las cuales dependes cuando estás bailando. Esa noche fue diferente, siempre estuve acostumbrada a las miradas lascivas pero entre ellas había una muy distinta, que más allá de todo, parecía hacerme ver como un trofeo frente a sus ojos.Mi corazón dictaba que nada comenzaba bien al ver esos ojos verdes. Terminó el baile y bajé a pedir un trago como ya era costumbre. Miré al hombre por última vez y fue entonces cuando me di cuenta que camina hacia donde yo estaba. Paró a mi lado y pidió un trago de igual manera.—Bailas muy bien –dijo con esa sonrisa con la que cualquier chica caería rendida a sus pies.
—Gracias –dije tomando un trago. Nunca voltee a verlo, siempre fijé mi mirada en el frente.
El rió y de un solo sorbo acabó con su bebida. –Hermosa, bailarina y... sin corazón. Eres perfecta.
Esas dos últimas palabras me hicieron caer rendida, colocando así un rubí más a mi corazón. Lo miré al escucharlo decir eso y mil pensamientos comenzaron a golpear mi cabeza. – ¿Lo cree?
—Lo afirmo –contestó a esa pregunta. Me miraba una y otra vez. — Me gustaría que habláramos en un lugar más... apropiado – Esas palabras hicieron que pensara en que quería algo más.
— ¿De cuánto estamos hablando esta noche? –Pregunté sin más rodeos ya que estos son hombres solo pueden querer esto. El volvió a reír.
— No, no hablo de eso. Puede que está sea la oportunidad de tu vida o no sé cómo quieras tomarla. Las chicas tal vez piensan que por trabajar en este lugar están condenadas a nunca alcanzar sus sueños. ¿Cuáles son los tuyos? Espera, seguro lo sé, mostrarle al mundo lo bella que eres. Esa perfección tuya no debería ser gastada en un lugar como este, ¿o sí? Quiero que hablemos de una mejor oferta.
Pienso un poco las cosas y entonces me decido por contestar. – Ok, está bien. Será en la habitación para los visitantes del lugar. ¿De acuerdo?
Él sólo asintió sonriendo. Fue entonces cómo decidí caminar hacia a la habitación haciendo que él me siguiera. Algo en mí no estaba bien al tener cerca a este hombre. Algo bueno quizá estaba por pasar.
Mi corazón latía muy fuerte, era extraño pero tenía miedo. ¿Qué hacer con lo que siento? Siempre he tenido miedo y siempre lo oculto.
Tomé valor, ahogue ese presentimiento y continué mi camino.
— ¿Y bien? –Preguntó enfrentándolo tan pronto como cierro la puerta detrás de mí.
Él sonrió nuevamente, toco su labio inferior y comenzó. – Eres perfecta, eres la combinación perfecta para todo esto. Mira, hermosa, todas pero todas tienen sueños y tú no eres la excepción, lo puedo ver en tus ojos. Vamos, puedes confiar en mí y decirme que es lo que has dibujado en tu mente. –Sus palabras me hacen pensar en mis dos grandes sueños y aunque quiera decirle qué deseo, evado su pregunta
—Tal vez la pregunta es, ¿qué quiere usted de mí?
Una vez más él sonrió tontamente a esa pregunta. Se acercó a mí y mira mis labios como si buscara besarlos.
—Enamora a un hombre –. Me intenta besar pero me aparto al escuchar esas palabras. ¿De qué se trataba este juego?
—No entiendo.
Él era tan coqueto que sus ojos verdes destellaron el encanto cuando no acepté ese beso.
—No eres tonta, princesa, solo analízalo un poco. Te explico, tú enamoras a un hombre, sacas lo que yo quiero de él y tú tendrás el mundo a tus pies.
Me volteo dándole la espalda y comienzo a pensar en esas palabras. ¿Qué tipo de propuesta era esa? Tiene que ser un juego, esto no es una película donde aparece un genio y hace realidad los sueños de la gente, esta es la realidad.
— ¿Por qué estás en este lugar, ah? —Volvió a preguntar. — Tu belleza debería estar fuera de aquí, fuera de todo peligro, buscando lo mejor, no esperando a que el mejor postor de una noche pague por pasar la noche contigo. Acaso, ¿tu familia te echó al olvido? ¿Se olvidaron que dentro de la perfección existe la mujer más poderosa del mundo? –Esas palabras hicieron salir algunas lágrimas en mi interior, recuerdo tantas cosas y entre mi infierno veo a mi familia escogiendo entre ella y mi hermana. ¿Qué paso con ella? Mi subconsciente dice que la busque y que acabe con esos seres que tanto daño me hicieron aunque otra cosa diga lo contrario.
Aguanto las lágrimas y digo. – ¿De qué se trata el plan? –Una sonrisa de victoria salió de los labios de aquel hombre.
—Pero creo no nos presentamos, ¿o sí? Me llamo Alejandro, soy un gran empresario y vine a este lugar a buscar justamente una mujer como tú. Dime antes de que pasemos a cualquier tema, ¿qué quieres tener? Todo tiene un precio, ¿cuál es el tuyo?
—Ser modelo, siempre fue ese mi sueño, de lo demás me encargo yo.
—Está bien, bella. Tendrás eso y más a cambio de la vida destrozada del hombre más estúpido de este mundo. Enamóralo y después arranca su corazón y entrégamelo.
— ¿Eso es todo? –Reí burlonamente.
— ¿Te parece chistoso? Espero eso sea siempre, espero que con esa mirada burlona lo mires cuando acabes con él. Un trato muy justo, ¿no crees?
—Será como quieras, Alejandro –sonrió coqueta y él no duda en acercarse a mí dispuesto a besarme una vez más. – No tan rápido –, pongo un dedo en sus labios.
Se aleja dignamente. – Entonces... ¿trato? –Extiende su mano.
—Trato –. Estrechamos nuestras manos cerrando el trato.
— ¡Oh! Pero por supuesto, se me olvidaba, ese hombre está casado.
—Más interesante el juego se vuelve. ¿Qué tengo que hace con ella?
—Quitarla de tu camino.
—Hecho, ¿cómo?
—Ya hablaremos de eso.
—Solo una advertencia, querida –dice al momento que separamos nuestras manos. – ¡No te enamores! ¡Queda prohibido enamorarte!
— ¿Con quién crees que hablas? –Río nuevamente de manera burlona, es entonces cuando camino por el camerino hasta sentarme frente al tocador para retocar mi maquillaje.
—El amor no existe, bella. Pronto nos veremos para comenzar con el plan. –Finalmente Alejandro camina a la puerta, gira el portillo y es cuando me decido por hablar.
— ¿Quién es él? ¿Por qué lo quieres destruir?
Se gira un poco para mirarme y de manera fría, me dice. –Eso no te importa, querida Dalia Negra. –Salió del camerino.
No pude soportar reír ante lo que acababa de pasar. Ahora resultaba que la suerte estaba de lado de las bailarinas y prostitutas.
CINCO AÑOS DESPUÉS — ¡Que le muerda, que le muerda, que le muerda! —Dijo Amelia y todas las personas que estaban alrededor.El pequeño niño solo supo mirar a los lados como si de alguna manera recibiera el permiso de todos los presentes para poder morder a su gran pastel.Habían pasado justamente cinco años desde el momento del nacimiento del bebé que Natalia había dejado en ese mundo, con el mismo que soñaba ser tan feliz en la vida, con el mismo que tenía mil y un planes. Lamentablemente así como se celebraba el nacimiento de aquella criatura, tampoco se podía dejar de lado que ese había sido el día en que la madre de ese bebé había dejado el mundo.— ¡Muy bien, mi bebé! —Dijo Amelia y Santiago mientras aplaudían.Seguramente eso era lo que Natalia hubiera querido antes de dejar el mundo. Seguramente ella hubiera sido muy feliz al momento de saber que era Amelia quien se iba a quedar siendo la madre de aquel niño que llevaba por nombre Alejandro.El corazón de Amelia y de Santiago
Con lágrimas en los ojos, no pudiendo creer lo que estaba escuchando, Amelia salió justo en el momento en que las rejas se abrieron para ella. Eso debía de ser un sueño, todo lo que tenía en la mente es que iba a ver a Natalia, iban a olvidar ese terrible momento y justas iban a comenzar de nuevo. Mucho daño había hecho pero todo eso ya lo había pagado con creces.A las afueras de la cárcel, una camioneta azul se paró. Los ojos de Amelia se abrieron en el momento en que se dio cuenta que era Víctor.—Amelia, Amelia, tenemos que irnos de aquí —dijo él a toda prisa.Lo que nadie sabía es que el final estaba llegando pues Santiago había recibido una llamada en la que decía que había tomado a Alejandro y no solo eso, ya les habían hecho saber de Natalia. Ella estaba muerta. Todo lo que Víctor pensó en hacer fue ir por Amelia mientras. El padre de Víctor había exigido ver a Santiago sin saber Víctor que esa iba a ser la manera en la que iban a atraer a Amelia. Todo lo que Víctor querí
Todo de lo que se podía hablar en ese momento era de la habilidad que tenía Alejandro para ayudar a la mujer que llevaba en su vientre al bebé que para ella fue producto de un amor y para él, el producto de una aventura que no debía de terminar de esa manera.Alejandro se encontraba muy nervioso, en ese lugar sin ningún tipo de ayuda o algo que hiciera más fácil el proceso, Natalia estaba dando a luz a su hijo. Una sonrisa se hizo en su rostro cuando Alejandro comenzó a ver el surgimiento de la vida como tal. De las entrañas de Natalia nacía aquel ser que no tenía la culpa de nada, que no era quien para haber nacido en un momento tan difícil como ese. El final estaba llegando para todos ellos.—Ya nació, Natalia, ya nació, ya nació —dijo finalmente Alejandro mientras mantenía en sus brazos a su bebé, cubierto con su mismo saco.Natalia sonrió. Incluso si sus ojos habían perdido completamente la luz, cualquiera que la viera e ese momento diría que la luz había regresado a ella.—Mi hij
Llantas que derrapaban contra el pavimento, el parar de un auto que lo hacía en cuestión de segundos, la velocidad alta se había perdido justamente en ese frenar, y todo lo que Natalia podía escuchar es que el auto que se paraba cerca de ella, venía a toda velocidad.De pronto, las puertas del mismo se escucharon y después, lo que para ella era su milagro de vida.—Natalia, Natalia. Me da gusto que estés aquí —escuchó ella mientras su corazón palpitaba mil por hora. —. Vámonos, tenemos que irnos.Y de pronto, todo lo que Natalia pudo sentir fue como la mano de Alejandro tomó la pañalera de su hombro y después, a ella del brazo.Esa era la primera vez que él la veía ciega, después de todo lo que había pasado. Para ese momento, Alejandro no había tenido el valor de ir hasta ella y verla como tal, no después de que ella hubiera entregado su vida por él para que él pudiera vivirla pero no de la manera en que lo estaba haciendo, y que era por la razón que le pedía Alejandro que se
Cuando Natalia bajó el celular no supo qué hacer, se estaba acostumbrando a no ver, se había acostumbrado ya a su habitación, sabía dónde estaba cada cosa pero de pronto, todo eso se perdió en esa llamada tan repentina de Alejandro, esa manera de suplicarle que saliera de ahí, ¿qué era todo eso? incluso sabía que Amelia estaba en el reclusorio porque nunca llamó no Simplemente no quería creer que él era el culpable de todo eso, suspirando una vez más y queriendo confiar en Alejandro por primera vez después de tanto tiempo, después de haberla abandonado cuando más lo necesitaba, fue hasta su armario y sacó la pañalera que Santiago anteriormente dijo que había preparado y que había dejado ahí en caso de que en cualquier momento ella fuera a dar a luz.No le importaba nada de ella simplemente su hijo, tomó la pañalera a paso lento y a la vez, queriendo ser lo más veloz salió de la habitación para terminar bajando las escaleras de la gran casa de Santiago. En una de las mansiones má
Natalia no estaba completamente sola como se podía pensar en un momento, ella se había convertido en la protegida de Santiago sin que Amalia lo supiera por la simple razón de que Santiago sabía que en el momento que supiera que Natalia estaba en su poder, ella iba a empezar a pensar cosas que no debía como que, con Natalia quería retener el amor de Amelia, que no la dejaría ir porque tenía a Natalia, que Amelia le debía algo por el simple hecho de estar con Natalia en su lugar, por supuesto no era nada de eso, todo lo que quería Santiago y sabiendo cuánto Amelia quería a Natalia, fue por la razón que decidió protegerla, invitarla a estar en su casa. Al final Natalia, no había mucho que pudiera hacer por sí sola.A pesar de que el tiempo pasaba, intentaba acostumbrarse a su nueva vida, a la nueva vida que iba a traer al mundo, saber que las cosas ya no iban a ser iguales y que ella no iba a ser una madre como todas las demás, simplemente iba a ser una madre que pudiera escuchar, que pu
Último capítulo