CAPÍTULO UNO

CAPÍTULO UNO: EL DÍA MÁS FELIZ DE MI VIDA 

Sentado en la cama de su habitación, contemplando aquel amanecer que llegaba sin traer vida consigo, Santiago Marín tomó la foto del buró a lado de su cama. 

Sabía perfectamente que todo estaba por cambiar, sabía perfectamente que de ahora en adelante nada sería lo mismo. 

Estaba justamente a una hora de cambiar su vida. Una sonrisa se dibujó en su rostro al pasar con sus dedos la foto de su esposa. Se veía realmente sonriente, se veía feliz, tan feliz como él ya no pudo verla en los últimos días. 

El mismo que había jurado hacerla feliz era el mismo que la había hecho tan desgraciada los últimos días sin saber que ella estaba viviendo sus últimos días. 

Asunción fue el nombre de su esposa, jamás iba a poder olvidar su sonrisa, esa bella sonrisa en su rostro por cada vez que la miraba. 

Y ahora su vida estaba cambiando porque si de algo estaba seguro era que iba a llegar hasta el mismo infierno con tal de arrastrar con él a la persona que mató a su esposa y que era la misma que se convertía en su esposa ese día. 

Dolorosamente, Santiago dejó la foto de su esposa en el buró para así, tomar su saco y el moño y salir de la habitación. Afuera lo debían de estar esperando sus amigos y entre ellos, Alejandro. 

—Mi querido Santiago, ¿dónde te habías metido? —Preguntó Alejandro. — ¿Ya estás listo para convertirte en el esposo de la modelo más cotizada en estos momentos? 

Santiago solo tuvo fuerzas para ver a Alejandro a los ojos. ¿Cómo decirle que repudiaba ese momento cuando sabía que esa mujer que estaría esperándolo en el altar era la asesina de su esposa? 

— ¿Estás nervioso? —Insistió Alejandro. —Tranquilo, no va a pasar nada, ya has hecho esto antes, ¿no es así? —Alejandro rió.

— ¿Y tienes que recordarme que me caso por segunda vez sin importar lo que Asunción pueda estar sintiendo esté donde esté?

— ¡Ay, ya, no seas exagerado! Ella ya está muerta, ¿por qué nosotros no podemos disfrutar de la vida?

Santiago le dio la espalda y mejor se concentró en la manera en la que se ponía el moño frente al espejo. 

En menos de una hora él ya tenía que estar esperando por su nueva esposa, la modelo del momento, la misma que lo había hecho perder la consciencia una y otra vez y por la que ahora no sentía más que odio y resentimiento, una sed de venganza infinita. 

“Vengaré tu muerte, Asunción. Haré lo que tenga que hacer para que ella pague por lo que te hizo."

Detrás de Santiago, sin que él se diera cuenta, Alejandro sonreía como pocas veces. Lo había logrado. Él se iba a casar con la modelo y ella tendría el camino más fácil para destruirlo de la misma manera que podría hacer sus sueños realidad. ¿Cuáles? Enterrar el pasado de una bailarina nocturna que ahora se convertía en la esposa del señor Santiago Marín.

Solo un par de horas y ellos estarían unidos en matrimonio eternamente o al menos, hasta que la destrucción los separa. 

AMELIA 

Colores que se difuminaban en el lienzo perfecto del rostro, pestañas largas que parecían cubrir el sol, labios delgados perfectos que eran pintados de color rojo, el cabello ondulado que era perfectamente peinado para de esa manera, poder colocar el velo de la mejor manera.  

Había perdido la cuenta de las veces que lucía así de hermosa aunque debía decir que justamente hoy, había algo diferente en la luz de mis ojos. 

Siete mujeres detrás de mí que corrían de un lado a otro. Ahora me daba cuenta que todo tiene una razón de ser y que todo sufrimiento en esta vida tiene su recompensa. 

Para el mundo ya no era más la Adalia negra que bailaba en las noches y terminaba en los brazos de quien mejor le pagara, ahora para el mundo era Amelia, la modelo del momento y la prometida de Santiago Marín.  

Habían pasado justamente tres meses de la muerte de Asunción, ¡qué rápido los hombres lograban olvidar a sus primeros amores!

No había mayor beneficio que el que los dos íbamos a obtener de esto. Mientras Santiago obtenía reconocimiento por casarse con la modelo estrella yo obtenía todo el dinero del mundo para comprar mi vida y enterrar en el pasado a la Adalia negra, bailarina de un club nocturno. 

Nadie tenía que saber quién fui yo. Nadie tenía que hablar de lo que no sabía y mucho menos, nadie debía de volver a mencionar a Asunción, la ex esposa de Santiago que murió en un terrible accidente de auto. 

Con cuidado las mujeres que estaban aquí sirviéndome, hicieron los últimos cambios y retoques antes de colocar el velo junto con la corona con una par de diamantes a cada lado. 

Para este momento ya usaba el vestido de novia largo, con corseé y de escote perfecto que lejos de parecer vulgar, me hacía ver elegante. Todo estaba listo. En menos de una hora sería la señora de Marín y la mujer de Santiago Marín. 

NARRADOR 

     —Señorita Amelia Santana, ¿acepta por esposo al señor Santiago Marín, mientras promete amarlo y respetarlo hasta la eternidad? —Preguntó el padre frente a ellos. 

Con una enorme sonrisa en el rostro, Amelia asintió. 

—Acepto

—Señor Ricardo Marín, ¿acepta por esposa a la señorita Amelia Santana, jurando amarla y respetarla por todos los días de su existencia? 

Todo lo que Ricardo podía ver en ella era a la asesina de su esposa. No importaba hasta donde debía de llegar, él la haría pagar por su error. 

—Acepto —dijo él secamente. 

—Yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia. 

Ricardo cerró los ojos con delicadeza, justo después de haber atraído el rostro perfecto de aquella asesina hasta hacer que sus labios se juntaran por tercera vez en sus vidas. 

“Incluso en el mismo infierno, incluso si este es el infierno... te haré pagar por el asesinato que cometiste, Amelia Santana. La muerte de mi esposa no va a quedar impune. Eso lo juro, lo juro." Pensó Santiago.            

¿Qué tan equivocado podría estar él al pensar que la odiaría eternamente? Quizá el destino estaba a punto de hacerle una mala jugada. 

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