Zahar…
A veces me preguntaba si todo esto se trataba de una maldición. Me preguntaba si yo realmente tenía un sello que iba por allí destruyendo vidas, o si simplemente este era mi destino y el destino de los que decidía amar.
Lidia nunca se movió, aunque le imploré. Las ambulancias y los paramédicos llegaron 15 minutos después de que los encontramos, pero luego de que examinaron su cuerpo, se hizo presente la policía, para decir que iban a entrar en un proceso de identificación.
Teníamos horas en las declaraciones, y en última instancia, ya estaban comunicándose con la familia, para decirles que ella había muerto. Sin embargo, la explicación del asesinato se las darían en persona. Y eso me estaba matando lentamente.
—Ana —parpadeé de forma lenta cuando Víctor me ofreció un café. Sabía que estaba caliente, porque podía ver el humo frente a mis ojos, pero mi estómago estaba completamente cerrado.
Estaba segura de que no podía pasarme ni una gota de agua.
—Gracias —mi voz apenas se escu