Estaba súper relajada, muy tranquila, y distendida. Me quedé sentada en las mayólicas pensativa saboreando aún el sueño tan delicioso que había tenido junto a Marcial.  El estadio estaba lleno, retumbaban los aplausos, habían estruendosos vítores y escuchaba que se repetía el nombre de Ruth Evand, entre hurras y cerradas ovaciones. Seguramente estaba ganando su partido. Luego volvieron a retumbar los aplausos.
  -Ya vas a jugar, Katty-, me dijo Heather emocionada. Me ayudó a poner la visera, amarró mis pelos y ató mis zapatillas.
  -No he visto a mi rival-, me extrañó.
 -Ella está en los otros vestidores-,  se apuraba Heather muy afanosa.
 Cuando salí a la cancha, estallaron aplausos y hurras. Me tomaron muchas fotos y también videos. Junté mis dientes, moví las caderas y hasta alcé un tobillo. Me divertía mucho sentirme tan coqueta.  Me hacía feliz.
  Pero el partido con Bahar Karakoyun fue muy difícil y equilibrado. Ella respondía a mis fuertes remates con prestancia y no se doblega