La Verdad Oculta en las Sombras del Archivo
El aire denso y polvoriento del Gran Archivo Real era un recordatorio constante de que habíamos cambiado un laberinto de inmundicia por otro de secretos y mentiras. El hedor a moho del alcantarillado había sido reemplazado por la fragancia a papel seco y tinta antigua, una mezcla que hablaba de siglos de historias, de acuerdos, de traiciones y de verdades olvidadas. Filas interminables de estanterías de roble, oscurecidas por el paso del tiempo, se alzaban como gigantes silenciosos en la tenue luz que se filtraba de una alta ventana empolvada, su estructura de hierro retorcido proyectando sombras fantasmales en las paredes. El silencio era casi total, tan denso que hacía que el más mínimo crujido de un tablón bajo nuestros pies pareciera un estruendo.
Calix, con una linterna de mano que había cogido de un guardia distraído en el camino, guiaba nuestros pasos con la seguridad de quien conoce cada rincón de su propio hogar. Sus dedos se desliz