Capítulo 2: No me pienso casar

Monserrat

Llegó hasta la oficina de mi papá, me pidió que viniera acá lo más rápido posible, nunca lo había escuchado tan afanado a que viniera.

—¡No papá!, no lo pienso hacer —dije recalcando, mientras hablo con mi papá en su despacho. Muevo mis manos indignada.

—Si no haces lo que te pido te juro que de mí no vas a volver a conseguir ni un solo peso. —No entiendo porque mi padre quiere obligarme a casarme, con un hombre al que no conozco y que además es mucho mayor, si lo sé tiene 36 años, pero no es justo, solo por hacer que su imperio crezca más.

—Ya te lo dije, no se cual es tu empeño de casarme con el asqueroso de Alberto Cáceres. 

Alberto es el socio de mi padre, llevan años haciendo negocios; hace unos días  Alberto Cáceres, vino a pedirle mi mano a mi padre y él muy gustoso de la vida aceptó. 

La verdad, él es atractivo ante la vista de todas las mujeres por acá, no obstante, para mí no es más que un hombre sin gracia, que quiere forzar lo que no se puede. Ahora entiendo la sonrisa de ese imbécil que tenía hace unos minutos, yo no sé como mi padre pretende que me casé con su socio, si se ve que es un mujeriego y además yo no lo amo que eso es lo más importante, todo por el maldito dinero, ya que a cambio de casarme con él mi padre, Pablo Navas va a quedar con el control absoluto de las empresas, si tan solo mi madre estuviera aquí estoy segura que ella no lo permitiría.

 Ella falleció hace ya tres años y todavía no hemos podido soportar su partida, tanto como para Mónica mi hermana y para mí ha sido muy duro estos años sin ella, ya que mi padre es un hombre soberbio y ambicioso, a veces no entiendo como duraron tantos años de casados si a simple vista se veía que mi madre era muy dulce y mi padre siempre ha sido un manipulador, arrogante y ambicioso.

—¡Monserrat Navas!, si no aceptas a mi gran amigo Alberto, despídete de tu trabajo en las empresas ah y otra cosa nunca nadie te va a volver a dar empleo, así que por lo que veo no te queda de otra. —Como siempre mi padre está tratando de manipularme, pero esta vez no voy a ceder, no creo que sea capaz de cumplir sus amenazas.

—¡Eso nunca!, así me cierres todas las puertas, no me pienso vender por el cochino dinero, así que te recuerdo que ya tan sólo faltan dos años para que me entregues todo lo que mi abuelo nos dejó; —Mi abuelo fue Martín Poveda, fue el papá de mi mamá y antes de morir dejó una gran fortuna, para mí hermana y para mí, pero dejo algunas cláusulas una de las cuales es que no podemos recibir nuestras respectivas herencias hasta cumplir 27 años, él siempre fue un hombre muy sabio, siempre contó que para esa edad ya tuviéramos nuestras carreras y así poder hacer crecer la gran fortuna.

—Como lo acabas de decir faltan dos años y durante ese tiempo pueden pasar muchas cosas y te recuerdo que también tienes que estar casada. —No puedo creer las palabras que acabo de escuchar por parte de mi padre, en verdad me duele hasta el alma

—Así que piénsalo muy bien antes de cometer cualquier error. —Levanta sus cejas y me lo dice de forma arrogante. Si mi padre piensa que con amenazarme lo va a conseguir está muy equivocado

—¡Ya te lo dije, no! —Salgo de la biblioteca con lágrimas en mis ojos, aún no logró procesar todo lo que mi padre me pidió, pero de algo si estoy segura es que yo no me vendo, siempre he creído en el amor y aunque nunca he tenido novio todavía espero a mi príncipe azul.

Llegó a casa y  subo al cuarto de mi hermana Mónica, la observó y se ve tan hermosa dormida, a ella más que a nadie le dolió la muerte de mamá , ya que mi hermanita tan solo tenía 15 años de edad cuando mi mamá partió,  al comienzo fue muy duro tuvimos que llevarla a terapias y con el psicólogo, ya que el día del trágico accidente Mónica iba con mi mamá en el auto, pero después de todo me alegra verla así sin preocuparse por nada, sólo por sacar buenas calificaciones en la escuela, cosa que no es mucho esfuerzo para Mónica porque es una joven muy aplicada e inteligente. 

Me siento a un lado de la cama de Mónica, tengo tanto miedo de no poder protegerla de las garras de mi papá, aunque sé que él no le causaría ningún daño a Mónica, ella siempre ha sido la luz de sus ojos o como él dice su niña bonita, Mónica físicamente se parece mucho a mi papá es blanca, ojos claros igual que su hermosa cabellera y no puedo ocultar que también saco un poco del temperamento de mi papá pero la dulzura definitivamente la heredó de mi madre, en mi caso yo tengo los rasgos de mi mamá soy blanca como la leche, mi cabello es negro igual que mis ojos y tengo una perfecta figura aunque eso no sea suficiente para conseguir novio.

 Mi madre siempre fue una mujer muy hermosa y elegante, me duele que haya muerto tan joven, ella era mi única amiga, mi confidente y mi todo, sin ella en mi vida me encuentro sola, como quisiera devolver el tiempo y ser yo quien hubiera muerto en ese trágico accidente, pero para mi desgracia no fue así, solo me queda ser fuerte por mi hermana Mónica y por mi, por que ante la tumba de mi madre prometí que iba a cuidar de Mónica y hasta el momento lo he cumplido a cabalidad.

—Niña Monserrat —dice mi Nana entrando a la habitación.

—Si dime Lilia —respondo muy amorosa.

—Solo quería saber, ¿si se le ofrece algo o me puedo retirar ya? —Pregunta un poco cansada.

—No Lilia no me ofrece nada, puedes retirarte. —Le doy una cálida sonrisa.

—Gracias mi niña —se acerca y me da un abrazo.

Después de darle su beso de las buenas noches a mi hermanita, ella es cinco años menor que yo ahora ya tiene 18 añitos, aunque casi no los demuestra; me retiro a mi habitación, a la espera del día de mañana espero que mi padre piense mejor las cosas o sino solo será esperar con que cosa nueva piensa salir.

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