Capítulo 5

Con el paso de los días Sara habló más de lo que esperaba con Richard, aunque como culparla, estaba desesperada por obtener ayuda y saciar su curiosidad de una vez por todas.

Acordaron que durante el fin de semana irían a la ciudad capital porque ahí había personas con mayor conocimiento sobre los vampiros, sin embargo, aunque la idea era buena, Sara tenía miedo de que ese conocimiento en la población se volviera en contra de ella puesto que un vampiro con dos habilidades activadas no era lo que debería pasar y tenía miedo de las consecuencias que eso pudiera conllevar.

La semana pasó rápidamente y Sara acordó con Richard reunirse en la estación de tren. Ella se preguntaba como aparecería Richard en relación con su vestimenta porque la primera vez que lo conoció tenía un estilo victoriano demasiado marcado y llamaba demasiado la atención.

Para su sorpresa, cuando divisó al vampiro se dio cuenta que tenía una capucha negra y le costaba entender que era el mismo vampiro con aura elegante que conoció en la mansión.

- Pensé que serias de esas personas que llega a tarde a todo y tendría que esperarte - dijo Richard

-Normalmente me tomo mi tiempo, pero esto es importante y estoy nerviosa - dijo seria.

- ¡Oye! Solo es una broma. Relájate.

Sara tenía razones más que suficientes para estar preocupada debido a su condición, pero no iba a desgastarse con Richard repitiéndole lo que él ya sabía.

-Nunca está de más decirlo, pero esto no significa que confíe en ti - recalcó ella.

-Lo tengo claro - respondió serio.

Esperaron pacientemente el tren que se dirigía a la capital. Sara nunca en su vida había tomado el tren a pesar de que era un transporte común y la razón de esto es que jamás había tenido la necesidad de salir de su ciudad. Tenía toda su vida en ella, familia, amigos, universidad, centro comercial, cafés, etc. Aunque eso no quería decir que Sara se visualizaba en esa ciudad toda su vida. Tenía la intención de visitar otros lugares, pero en cuanto terminara la universidad. Obviamente ese plan se había adelantado ahora.

El tren era espacioso y tecnológico. Tenía todas las comodidades necesarias y el paisaje que se divisaba en las ventanas que llevaban a la capital, era precioso. Afortunadamente todos los asientos tenían ventanas amplias.

-En tu cara puedo ver que es tu primera vez arriba de un tren- dijo Richard.

- ¡Claro que no! Es solo que siempre me gusta apreciar la vista de la naturaleza.

-Como digas

Acto seguido, Richard sacó un mapa, llamando la atención de Sara.

-Escucha Sara. No te lo quería decir antes porque temía que te arrepintieras de hacer el viaje.

- ¿A qué te refieres? - abrió sus ojos como platos.

-La capital es un lugar basto, con todo lo que quieras a tu alcance.

- ¡Claro! No sería la capital si no fuera así- respondió Sara sin entender.

-El problema es que, así como hay cosas buenas, también cosas malas. Eres fácil de confundirte con una humana porque tu habilidad no destaca mucho y eso no es muy bueno. Los vampiros de la capital te querrán.

- ¿No viven humanos en la capital o qué?

-Si, si viven, pero humanos con dinero porque es la única manera que tienen para pagar respeto, temor y autoridad. Sin dinero son inútiles.

- ¿Y? ¿Qué quieres que haga?

- No sé si tienes control de tu segunda habilidad activada, pero tendrás que presentarte con esa. Nunca digas que eres una Cead, en cuanto pisemos tierra de capital tu eres una Ocaratis de toda la vida.

- ¿Qué pasa si no se lo creen?

-Entonces esperemos que en esos momentos tu habilidad funcione.

- ¿Por qué no puedo simplemente decir que soy una Cead?

- Porque es equivalente a ser una humana. Pasarán por encima de ti porque te verán como poca cosa. Sumándole que no vienes de una familia prestigiosa. Eso es invitar a que te molesten, sumándole a qué imagínate que, por tu ira, hipnotices a esas personas como hiciste conmigo.

-Me descubrirán y ...

-Game over

Sara sabía que Richard tenía razón, pero lo que menos quería era exponer su habilidad como Ocaratis. No era normal tener esa habilidad en ella. Se sentía un completo fenómeno. Por otro lado, sabía que no tenían un mejor plan, debían imponer temor para sobrevivir, aunque se negaba a no encontrar otra solución.

- ¿Qué pasa con los turistas? -preguntó decidida.

- ¿Los que?

-La capital es un lugar amplio como tú dijiste. Muchos la visitan día a día, tanto vampiros, como hechiceros y humanos. Nadie tiene que fingir algo que no son sólo para imponer miedo y respeto.

Richard rodeó los ojos intentados que la ingenua de Sara lo entendiera mejor.

-Tú y yo, no somos turistas. No iremos a los lugares más concurridos, no iremos de compras. Por si no te habías dado cuenta vamos a investigar por qué tienes dos malditas habilidades y eso no se le puede preguntar a cualquiera.

-O sea que ¿iremos a lugares ilegales?

-Si, si tuviéramos que llamarlos de alguna forma, sí.

-Oh...

- ¿Lo entiendes? ¿Entiendes por qué debemos protegernos y guardar apariencias?

-Si...

Resignada Sara se limitó a mirar por la ventana. Faltaba poco para llegar así que decidió quedarse en silencio. Richard sabía mucho de estas cosas lo cual le hizo preguntarse de nuevo cuantos años tendría. Por otro lado, sabía que no podía confiar en él, porque la ayuda de Richard tenía un precio.

-El precio...- dijo Sara dirigiéndose a Richard.

- ¿Qué?

-Dijiste que mi habilidad podía exprimirse y sacarse provecho ¿Cómo harías eso?

-Ah, muñeca, eso déjamelo a mí. Luego discutiremos eso, no nos adelantemos.

-No soy...una muñeca.

-Lo que digas.

Sara intentaba repetirse múltiples veces que esta era la mejor manera de encontrar ayuda y que aguantara un poco más la actitud de Richard.

Finalmente, cuando llegaron a la capital todo era una maravilla. Sara no sabía por dónde mirar, había tanto panorama y cosas que jamás había visto que estaba fascinada a más no poder.

Lo que más atrajo su atención eran unos panfletos pegados en masa en todas las paredes que veía. Era un anuncio sobre el nuevo Rey.

-Oí que es muy joven - dijo una mujer que se detuvo a ver el panfleto.

-Yo oí que tiene una habilidad poco agraciada y por eso no la menciona -contestó una anciana.

- ¡Ojalá que no! Es quien va a gobernarnos.

-Pues yo oí que el color de sus ojos es dorado - respondió un señor uniéndose a la conversación.

Sara se quedó expectante escuchando esa conversación. La verdad nunca se había preguntado tantas cosas sobre el nuevo rey y eso la hacía sentir desconectada con el resto de la población.

- ¿No te han dicho que es mala educación escuchar conversaciones ajenas? - le susurró Richard.

- Tonto - respondió con una risa Sara.

Siguieron caminando mientras Richard veía el mapa con total atención.

- ¿A dónde vamos? - preguntó Sara.

- Iremos con una amiga primero. Ella tiene los contactos que necesito. Le hablé del caso para que me diera los contactos por teléfono, pero ella insistió en verte porque no me creía.

-Entiendo, yo tampoco creería nada viniendo de ti sinceramente - miró con desafío Sara.

-Como digas, yo no te he obligado a nada - respondió Richard sin dejar de mirar el mapa.

- ¿Qué te parece el nuevo rey?

- ¿Se supone que debo tener una opinión sobre él?

-No necesariamente, después de todo nadie lo conoce - contestó Sara.

-Sí...

- ¿Qué? No me digas que lo conoces- río

-No, para nada, ni idea de quién se trate.

Luego de esa respuesta seca, se detuvieron en unas rejas altísimas de color blanco. La mansión también era blanca y estaba impoluta, sin ninguna mancha en ella.

-Llegamos al fin.

Por el gran ventanal principal de la mansión que daba hacia la calle se veía una figura delgada, elegante y de largo cabello rubio ondulado. Tenía unos ojos azules imponentes y profundos y nos veía hacia abajo que estábamos afuera de su gran hogar.

- ¿Es ella? - preguntó Sara un poco incómoda.

- ¡Si! Es ella, es Rose.

 

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