"Rafael"
La semana pasó muy rápido y las clases de defensa personal de las chicas estaban siendo una excelente diversión. Aprendían rápido, pero se divertían también, principalmente cuando derribaban a Anderson, que cedió a los ruegos y se convirtió en el conejillo de indias de ellas. Robson, el vecino del quinto piso, andaba evitándonos y me parecía excelente, era un pesado que se creía el conquistador y no me gustó para nada la manera en que estaba mirando a Giovana. Menos mal que Anderson dio el recado.
Pero el viernes había llegado y salí de la cama bien temprano para preparar el desayuno para mi loca y cuando llegué a la cocina Anderson ya estaba allí preparando el café.
—¡Buenos días, Anderson! ¿Te caíste de la cama? —Pregunté y él rió.
—Duermo poco, jefe. Me acostumbré a los turnos en el bar. ¡Buenos días!
—Ya veo. Y esa arruga en la frente, ¿tiene firma de Giovana?
—Ay, ay, ¡no pierdes nada! —Suspiró—. Sí, tiene.
—¿Cuál es la novedad de la semana?
Estaba riendo, sabía b