"Rafael"
Pero era lo que me faltaba, ¡Giovana María juzgando mi adolescencia! Y peor, las ideas locas que eso crearía en la cabeza de mi loca. ¡Eso no era nada bueno! Pero a medida que se contaban las historias Hana seguía riendo y Rubens también, entonces parecía que mi único problema sería evitar que Giovana se levantara y agarrara a Anderson frente a mí. Afortunadamente Anderson era un buen chico y la cena transcurrió sin ningún acontecimiento dramático, porque mi hija no era una señorita tan bien portada.
Cuando cerré la puerta del cuarto y abracé a Hana ella todavía estaba riendo y yo estaba feliz de tener a mi hija de vuelta y a mi loca en mi casa. Los abrazos que recibí de mi hija en ese día turbulento hicieron desaparecer todo el nerviosismo y la preocupación de los últimos días y especialmente ese último abrazo del día fue muy especial.
—Eres muy bueno en esto de ser papá. —Comentó Hana y me reí.
—¿Tú crees? —Pregunté sintiendo un deseo creciendo dentro de mí y ella asinti