"Melissa"
Flavio me llevó a su casa, pero antes de volver a la comisaría entró para escuchar las novedades de la fiesta, pues los otros ya habían llegado. Pero antes de entrar mi celular sonó, era aquel reportero que yo conocía y me debía un favor desde hace mucho tiempo, pero solo lo cobré ahora.
—Melissa Lascuran, eres una diva maravillosa y te juro que ahora eres la dueña de mi alma. —El reportero habló en cuanto contesté y me reí.
—Pero qué exagerado, Gil. ¿Cómo fue? —Le pregunté y escuché su risa del otro lado de la línea.
—Fue mucho, pero mucho mejor de lo que me prometiste. Estoy escribiendo el artículo y mi jefe lo va a publicar destacado en el sitio web y en la primera plana del periódico. Antes de que el gallo vuelva a cantar en esta ciudad, el evento de la Farmacéutica Domani, que debería haber sido solo una noche más aburrida de la sociedad de este país, estará descrito en hechos y fotos espectaculares como el evento demoledor del año. —Me contó y ya me imaginé que todo