"Melissa"
Estaba renuente a dejar el hospital, principalmente porque aún no podría llevar a mis hijos a casa, ninguno de ellos estaba en condiciones todavía y ya habían pasado casi dos semanas desde que nacieron. Pero el tío Álvaro no estaba de acuerdo conmigo.
—Mel, tienes que irte a casa, al menos para dormir mejor que en una cama de hospital. —El tío Álvaro trataba de convencerme por milésima vez, mientras yo estaba entre las incubadoras conversando con mis hijos.
—¡No me voy, tío! ¿Para qué me voy a casa a dormir? No voy a dormir, no si me quedo pensando que ellos están todavía aquí mientras yo estoy allá. Puedo pasar el día aquí con ellos, ¿no puedo? —Él asintió. —Entonces listo, duermo aquí también, porque si puedo estar aquí con ellos todo el día, no voy a perder ni un segundo de eso.
—¡Mel, esta situación puede alargarse por meses, querida! —El tío Álvaro decía las mismas cosas todos los días y todos los días escuchaba las mismas respuestas.
—¡No importa! Además, es mucho