"Melissa"
Todo había salido bien hasta ese momento. Mis seis hijos estaban vivos y eso me mantenía enfocada, ellos necesitaban sobrevivir, un día a la vez. Pero eran fuertes y decididos, lo sentí en mi vientre durante treinta semanas y dos días. Treinta semanas y dos días, ya sabía que esos niños serían del tipo que viven en la oficina del director en la escuela, que no hacen nada como se espera y que yo necesitaría esos collaritos con GPS para encontrarlos por la casa.
—Querida, ¿cómo amaneciste hoy? —El tío Álvaro entró a mi cuarto todo sonriente.
—Ansiosa, ¡quiero tocar a mis hijos, tío! Ya han pasado cuatro días desde que me cortaron por la mitad para que esos malcriados nacieran y todavía no han querido saber de mí. —Me quejé y el tío Álvaro soltó una carcajada.
—¡Mel, ellos necesitan ponerse fuertes! —Argumentó y yo arrugué la nariz.
—Ves eso, Cat, ahora ellos son el centro de atención. —Me quejé y Catarina sonrió.
—Acostúmbrate, ya nadie te va a visitar, ahora las visitas