"Samantha"Tomé el celular ansiosa, con las manos temblorosas, busqué el contacto de Heitor e hice la llamada. Fue directo al buzón de voz. Miré insegura a Vini y él suspiró.— Llegó la pizza. Voy a buscarla y tú ve a arreglarte. Comemos mientras te arreglas y después te llevaré a casa de tu galán —Vini estaba más decidido que yo.— ¿Pero y si está con otra, Vini? —pregunté sintiendo una mezcla de ansiedad y celos.— Le pateas el trasero y dejas claro que ese hombre es tuyo. Te garantizo que a él le encantará —me reí de la forma en que Vini lo dijo.Vini recogió la pizza y yo hice lo que me dijo, me arreglé mientras comía. Cuando estuve lista, tomé mi bolso y salimos. Él se detuvo frente a la casa de Heitor y le pedí que esperara un poco, por si algo salía mal. Bajé y fui hasta la entrada, pero el guardia me informó que Heitor no aparecía por allí desde hacía meses. ¿Habrá vuelto al apartamento?Como buen amigo, Vini me llevó al apartamento de Heitor y esperó. Recibí la misma res
"Heitor"¡Menuda borrachera me agarré anoche! Ni yo mismo me reconocía, estaba destrozado. Fui a casa de Alessandro a visitar a los bebés, pero cuando estaba llegando, Samantha estaba saliendo. Ni siquiera me dio la oportunidad de hablar con ella. La vi entrar en el coche e irse, y me quedé allí parado durante largos minutos. Estaba en el limbo, totalmente destrozado. Ni siquiera entré en la casa, volví a mi coche y me fui al hotel.Fui a mi habitación y como todas las otras noches empecé a beber. ¡Bebí! ¡Bebí mucho! Bebí más de lo que yo mismo me di cuenta. Cuando desperté estaba en una sala iluminada y comencé a mirar el ambiente donde me encontraba. Miré y vi que había algo conectado a mí, miré alrededor y vi algo como bolsas de suero colgadas. ¡Mierda! Había terminado en un hospital. ¿Pero cómo llegué a un hospital? Estaba encerrado en mi habitación de hotel, abrazado a una botella de whisky, eso era todo lo que recordaba.Mi cabeza dolía, todo en mí dolía. Así que me quedé allí
"Heitor"Melissa y yo fuimos a tomar un café a la panadería cerca de la oficina. Me dio un "suave" tirón de orejas, digámoslo así, y me hizo volver a la realidad.Después dictó las reglas: iríamos de compras, cuidaríamos mi aspecto, yo comandaría mi imperio mañana y luego ella me ayudaría con Samantha. No entendí qué quiso decir con todo esto, pero si estaba bajo la lluvia era para mojarme, y ya que iba a ayudarme, mejor aprovechar.Salimos de la panadería y tomamos un taxi. Fuimos directo al hotel donde me estaba hospedando desde hacía meses.—Martinez, es lo siguiente: vas a tomar un buen baño, juntar tus cosas y dejar este hotel ahora —dijo Melissa cuando entramos.—Meli, no puedo quedarme en esa casa sin Sami y si vuelvo al apartamento ella nunca me perdonará.—Uf, ya veo que tendré que cambiar el orden de las cosas —se quejó Melissa—. Está bien, te ayudo con Sami hoy y el lunes vuelves a comandar tu imperio.—¿Hablas en serio? —esbocé una sonrisa.—Pero tendrás que hacer t
"Samantha"Después de recibir el mensaje de Melissa decidí tomar una medida, me cansé de esperar. Fui a casa, me di un baño, me maquillé muy bonito, me perfumé y elegí un vestido que aún no había usado, me puse unas sandalias de tacón altísimo y estaba lista para recuperar a mi hombre, donde sea que estuviera metido. Entonces llamé a mi más fiel aliado, Enzo.—¡Tía, linda! ¿Cómo estás? —Enzo me contestó con su manera de siempre.—Estoy ansiosa y necesito tu ayuda —dije sin rodeos.—¿Qué pasó? —se puso serio.—Necesito encontrar a tu tío, pero parece que no está en ningún lugar. Hace meses no aparece ni en la casa ni en el apartamento —dije casi sin respirar.—Espera, tía —escuché a Enzo alejarse del teléfono. Poco después volvió—. Tía, mi mamá dice que puede estar en casa de mi abuela. ¿Dónde estás?—Estoy en casa.—Entonces arréglate que paso por ahí en un rato para recogerte y vamos a lo de la abuela.—Ya estoy lista. Y no quiero darte trabajo, Enzo.—Tía, también estoy pre
Llegué a casa completamente agotada después de un día interminable. Entre la universidad y el trabajo, mis energías estaban por los suelos, pero, nada más entrar, vi que mis padres me esperaban en la sala con una expresión seria.—Siéntate, Catarina. Necesitamos hablar —dijo mi padre, visiblemente nervioso.—¿Qué pasa, papá? —pregunté con desgano. Lo único que deseaba en ese momento era darme una ducha y desplomarme en la cama. Sin embargo, sabía que algo importante estaba por suceder.—Llegó la invitación de la boda de tu prima —soltó mi madre, sin más preámbulos.—¡Esa no es mi prima! —respondí, alterada.—Catarina, te guste o no, ella es tu prima —insistió mi madre con firmeza—. Es hora de que dejes esa actitud infantil. Melissa ya armó un escándalo aquí en casa. ¡Ya es suficiente! Es la hija de mi hermana, por lo tanto, es tu prima.—Discúlpame, mamá, pero para mí ella ya no significa nada —repuse, intentando mantener la calma—. Se acostó con mi novio en mi propia cama. ¡Eso
Pero no hubo escapatoria. Meli me arrastró literalmente a la fiesta, en donde, nada más entrar, me llevó directo a la barra y me susurró con complicidad:—Esta noche es barra libre, ¡vas a ahogar todas tus penas de una buena vez! —exclamó, mientras me entregaba dos shots de tequila y sostenía otros dos en su mano—. ¡Vamos a darle con todo! Nos bebimos los tequilas de un solo trago, y Fernando ya nos estaba sirviendo sendos Cosmopolitan. Un momento después, Meli me jaló a la pista de baile y para mi sorpresa, empecé a disfrutar. Cuando sonó una música más lenta, Nando y Meli se abrazaron para bailar y yo aproveché el momento para escabullirme hacia el buffet. Sin embargo, nunca llegué.Una mano me jaló suavemente, y, al voltear, me encontré con un hombre con una máscara negra que me sonreía de una manera completamente irresistible. Besó mi mano con un gesto galante y me atrajo hacia él susurrando con una voz ronca que me erizó la piel:—La mujer más hermosa del salón no me puede
El lunes, durante el almuerzo, Meli me entregó una pequeña bolsa de una tienda de lujo, la cual miré con desconcierto.—Mi mamá me pidió que te lo diera —me dijo con una sonrisa radiante—. Dice que te queda perfecto y que a ella ya no le va.Al abrir la bolsa, encontré el perfume que había usado la noche del baile y no pude evitar sonreír. Había adorado ese aroma y ahora era un recuerdo de la mejor noche de mi vida. Sin embargo, un pensamiento me cruzó por la mente: esperaba que esa noche inolvidable no me hubiera dejado como «regalo» alguna enfermedad venérea.Con esa idea en la cabeza, le agradecí a Meli y le comenté que más tarde llamaría a su madre para agradecerle, pero primero necesitaba contactar un laboratorio para hacerme unos análisis.Cuando llamé, me informaron que requería una orden médica para el seguro me cubriera los exámenes. Gracias a Dios la empresa nos proporcionaba cobertura médica a todos los empleados; de lo contrario, no sabría qué hacer. Mi sueldo era basta
El día de mi graduación, Pedro ya tenía dos años. Era un niño hermoso que caminaba por todos lados, siempre pegado a su abuelo. De hecho, «abuelo» fue su primera palabrita. Con su cabello negro bien lacio, piel clara, una naricita respingada y unos enormes ojos azul violeta que me hacían suspirar, era literalmente mi sol. Y ahora tendría más tiempo para dedicarme a él.Después de la ceremonia de graduación, mi jefe me llamó para tener una conversación. Era un jefe extraordinario que me había demostrado verdadero aprecio. En la reunión, él me explicó que estaba muy satisfecho con mi trabajo en la constructora, pero sabía que yo merecía mucho más, por lo que me aconsejó buscar trabajo en mi área profesional para asegurar un mejor futuro para mi hijo. Así también me garantizó que mi puesto seguiría disponible si las cosas no resultaban como esperaba, lo cual me dio total tranquilidad, y, emocionada, acepté su consejo.Cuando le conté a Meli, inmediatamente, se ofreció a ayudarme. Habló