CAPÍTULO 8. De un contrato a condiciones de supervivenciaCuando Maggie abrió los ojos, no supo si seguía viva o si se había reencarnado en alguna comedia absurda. Lo primero que vio fue el techo blanco del despacho. Lo segundo, la cara de Jackson. Esa cara, con una expresión tan tensa que parecía que se había tragado un palo de cricket.—¡Diablos, no fue una pesadilla! —murmuró ella, con la voz ronca.—La realidad es mucho peor, así que déjame repetírtelo sin anestesia: Tenemos que casarnos.Maggie soltó una risa sarcástica.—Te va a salir más barato si me atropellas con tu Roll Royce. Unos añitos de cárcel ¡y listo! ¡Libre como el viento!—La idea ya me cruzó la mente, pero así también perdería mi herencia y ni tú vales tanto, Margaret.—¡Que no me digas así…! —pero Maggie se detuvo analizando aquellas palabras. Se sentó cruzándose de brazos y le sonrió con sorna—. Entonces eso es. ¿Te van a desheredar por el escándalo? —sonrió sin poder evitarlo—. ¿Y exactamente qué te hace pensar
CAPÍTULO 9. De la mentira pública a la humillación privadaMaggie no había querido responderle. ¿Para qué, si los dos sabían que no tenían más opciones? Así que seis horas después había tenido que hacer su maleta, cruzar hasta la “zona VIP” de la ciudad y salir de aquella camioneta con Jackson como si hubieran sido novios toda la vida.Maggie se sentía como una actriz de telenovela de bajo presupuesto mientras cruzaba el umbral del lujoso edificio donde vivía Jackson. Iban de la mano, como una pareja que había planeado con ternura su futuro, cuando en realidad ella habría preferido ir de la mano de un cactus.Pero había prensa en la puerta, y Jackson ya sabía perfectamente que en esta vida uno podía divorciarse o cometer fraude fiscal, pero nunca mostrarse débil ante los medios.—Sonríe, futura señora Wyndham —le susurró entre dientes.—Estoy sonriendo… por dentro, en cámara lenta y con sarcasmo —murmuró ella, sin perder la compostura.Entraron a su nuevo hogar como si fuera la premie
CAPÍTULO 10. De la humillación a la solución.Jackson estaba muy lejos de ser el guardaespaldas sobreprotector y sexy de una telenovela, pero en aquel momento su madre sí parecía una villana con presupuesto y cada palabra que salía de su boca había amenazado directamente a su hijo. Maggie no se sentía precisamente como la princesita desamparada, pero no podía negar que le causaba cierta satisfacción que la maldad de su madre conmoviera un poco a Jackson.—No vuelvas a hablarle así —le dijo él a la señora Wyndham, con voz contenida pero firme.Ella lo miró con la consternación reflejada en el rostro, como si él acabara de anunciar que planeaba abrir una cadena de hamburgueserías veganas.—¡Oh, por favor, Jackson! ¡No me digas que estás de acuerdo con esto!—Aunque no lo esté, madre, estás hablando de mi hijo. No es cualquier cosa que puedas desechar solo porque no te gusta así que te lo repito: no vuelvas a hablarle así. Pamela Wyndham apretó los dientes y dejó que su rabia saliera en
CAPÍTULO 11. De un silencio pensativo a una cuenta abiertaLa distinguida señora Wyndham parecía a punto de tener un colapso, y Maggie definitivamente lo habría disfrutado, pero en ese momento Jackson se acercó con el coche y ella cerró la boca de un tirón para que su hijo no escuchara nada.—¿Nos vamos? —preguntó Jackson sin mirar a su madre. Sabía que ya no había nada que hacer, que la mujer siempre tendría una opinión más “ilustre” que cualquier otra y esa era una de las cosas que siempre había estado jodiéndole la vida aunque ni siquiera imaginara cuánto.—Sí —respondió Maggie con un tono de “me largo de aquí antes de que explote algo”.Caminaron juntos hacia la salida, pero Maggie no podía dejar de notar que la mirada de la señora Wyndham la seguía como un láser. Ya en el coche, el silencio se alargó hasta el punto de volverse incómodo, y para cuando llegaron al departamento, Jackson se sintió obligado a romperlo.—¿Por qué tan ensimismada? —le preguntó en tono bajo—. Me trago t
CAPÍTULO 12. De babas masculinas a un resbalón peligrosoEl día de la conferencia llegó con la promesa de ser, como no, un circo más en la vida de Maggie. Jackson esperaba que todo transcurriera sin sorpresas, o al menos eso pensaba él. Lo peor que podía pasar era que la prensa criticara ampliamente el gusto de su prometida, porque con aquella ropa que Pamela le había elegido parecería un completo adefesio.Pero por supuesto, como siempre, Maggie no iba a hacer las cosas de la manera más sencilla.Todos estaban ya reunidos y solo esperando por ella cuando la vieron llegar, y Jackson creyó que se tragaría la lengua de la impresión. Llevaba un vestido de cóctel verde sobre las rodillas. Sin escote, discreto, pero que se pegaba a cada curva de su cuerpo y…“¿Pero cuándo le salieron tantas curvas?” pensó Jackson espantado.Encima llevaba una gabardina blanca que la hacía ver sofisticada y unos tacones de trece centímetros que hacían ver aquellas pantorrillas torneadas y deliciosas. Su cab
CAPÍTULO 13. Del recuerdo a la irónica realidadMaggie estaba parada frente al espejo, observando la silueta de su vestido. Le quedaba… bueno, le quedaba espectacular; pero ni el vestido más hermoso podía cambiar la presión que estaba viviendo en ese momento. No dejaba de preguntarse si realmente estaba haciendo lo correcto, pero ¿quién tenía tiempo para pensar en eso cuando había tantas cosas que podían salir mal? Y la fiesta de compromiso era una de ellas.Salió de su habitación mientras arrastraba la cola de aquel vestido verde, y cuando llegó al salón no se dio cuenta de que Jackson se había quedado ahí, deslumbrado, parado en la puerta de su propio cuarto, mirándola como si fuera una aparición.Para el momento en que se volvió hacia él sintió como si se hiciera un pequeño vacío en su estómago. Estaba demasiado guapo con aquel traje formal. Jackson siempre había sido atractivo, pero a veces… a veces era simplemente como una luz de frente en la carretera: imposible no mirarla hasta
CAPÍTULO 14. De una batalla a una verdad sin filtroMaggie había intentado mantenerse en calma hasta ese momento, pero hasta la diplomacia tenía sus límites y ella no era que tuviera mucha diplomacia que digamos. Su sonrisa se ensanchó, y con una calma irónica, miró a su suegra.—En eso tiene toda la razón, señora Wyndham, fíjese que hay una enorme diferencia de educación entre una mujer que sabe cómo hablar y vestirse bonito para que otras personas la admiren, y una mujer que les salva la vida a esas personas todos los días —sentenció Maggie volteándole completamente el comentario—. Simplemente me parece de muy mal gusto señalarle a la gente que no ha invertido miles de libras en su educación, como yo, que son unos completos ignorantes que no sabrían diferenciar un pedo de una apendicitis, ¡como usted!Pamela se puso de pie de un tirón con expresión ofendida, y Jackson miró a Maggie con una admiración que no podía evitar, porque no estaba ni levantando la voz y aun así era capaz de p
CAPÍTULO 15. De la impotencia a la indiferenciaJackson jamás había sido un hombre especialmente emocional. Hasta que, claro, a Maggie se le salía su cara de “no me importas nada”.Un puñetazo en el estómago le hubiera sentado mejor que sus últimas palabras, como si lo había mandado a la mismísima mierd@ (pero con elegancia). Algo en su interior hizo “clic”. Un clic que sonó exactamente como la tapa de un libro de tapa dura partiéndose en dos antes de ser lanzado contra la pared.—¡¿Cómo demonios puede ser tan fría?! —gruñó, con el lomo del libro aún temblando en el aire antes de caer con un golpe seco al suelo de madera.No era un libro cualquiera. Era una edición de lujo, regalo de algún paciente rico que quería agradecerle por devolverle la sonrisa. Bueno, ahora solo era pedazos. Jackson respiraba fuerte, con las manos aún cerradas en puños, como si el pobre libro hubiera sido responsable de aquello que tenía con Maggie.Deseo, pasión, odio, resentimiento, ganas de vengarse hasta