CAPÍTULO 12. De babas masculinas a un resbalón peligrosoEl día de la conferencia llegó con la promesa de ser, como no, un circo más en la vida de Maggie. Jackson esperaba que todo transcurriera sin sorpresas, o al menos eso pensaba él. Lo peor que podía pasar era que la prensa criticara ampliamente el gusto de su prometida, porque con aquella ropa que Pamela le había elegido parecería un completo adefesio.Pero por supuesto, como siempre, Maggie no iba a hacer las cosas de la manera más sencilla.Todos estaban ya reunidos y solo esperando por ella cuando la vieron llegar, y Jackson creyó que se tragaría la lengua de la impresión. Llevaba un vestido de cóctel verde sobre las rodillas. Sin escote, discreto, pero que se pegaba a cada curva de su cuerpo y…“¿Pero cuándo le salieron tantas curvas?” pensó Jackson espantado.Encima llevaba una gabardina blanca que la hacía ver sofisticada y unos tacones de trece centímetros que hacían ver aquellas pantorrillas torneadas y deliciosas. Su cab
CAPÍTULO 13. Del recuerdo a la irónica realidadMaggie estaba parada frente al espejo, observando la silueta de su vestido. Le quedaba… bueno, le quedaba espectacular; pero ni el vestido más hermoso podía cambiar la presión que estaba viviendo en ese momento. No dejaba de preguntarse si realmente estaba haciendo lo correcto, pero ¿quién tenía tiempo para pensar en eso cuando había tantas cosas que podían salir mal? Y la fiesta de compromiso era una de ellas.Salió de su habitación mientras arrastraba la cola de aquel vestido verde, y cuando llegó al salón no se dio cuenta de que Jackson se había quedado ahí, deslumbrado, parado en la puerta de su propio cuarto, mirándola como si fuera una aparición.Para el momento en que se volvió hacia él sintió como si se hiciera un pequeño vacío en su estómago. Estaba demasiado guapo con aquel traje formal. Jackson siempre había sido atractivo, pero a veces… a veces era simplemente como una luz de frente en la carretera: imposible no mirarla hasta
CAPÍTULO 14. De una batalla a una verdad sin filtroMaggie había intentado mantenerse en calma hasta ese momento, pero hasta la diplomacia tenía sus límites y ella no era que tuviera mucha diplomacia que digamos. Su sonrisa se ensanchó, y con una calma irónica, miró a su suegra.—En eso tiene toda la razón, señora Wyndham, fíjese que hay una enorme diferencia de educación entre una mujer que sabe cómo hablar y vestirse bonito para que otras personas la admiren, y una mujer que les salva la vida a esas personas todos los días —sentenció Maggie volteándole completamente el comentario—. Simplemente me parece de muy mal gusto señalarle a la gente que no ha invertido miles de libras en su educación, como yo, que son unos completos ignorantes que no sabrían diferenciar un pedo de una apendicitis, ¡como usted!Pamela se puso de pie de un tirón con expresión ofendida, y Jackson miró a Maggie con una admiración que no podía evitar, porque no estaba ni levantando la voz y aun así era capaz de p
CAPÍTULO 15. De la impotencia a la indiferenciaJackson jamás había sido un hombre especialmente emocional. Hasta que, claro, a Maggie se le salía su cara de “no me importas nada”.Un puñetazo en el estómago le hubiera sentado mejor que sus últimas palabras, como si lo había mandado a la mismísima mierd@ (pero con elegancia). Algo en su interior hizo “clic”. Un clic que sonó exactamente como la tapa de un libro de tapa dura partiéndose en dos antes de ser lanzado contra la pared.—¡¿Cómo demonios puede ser tan fría?! —gruñó, con el lomo del libro aún temblando en el aire antes de caer con un golpe seco al suelo de madera.No era un libro cualquiera. Era una edición de lujo, regalo de algún paciente rico que quería agradecerle por devolverle la sonrisa. Bueno, ahora solo era pedazos. Jackson respiraba fuerte, con las manos aún cerradas en puños, como si el pobre libro hubiera sido responsable de aquello que tenía con Maggie.Deseo, pasión, odio, resentimiento, ganas de vengarse hasta
CAPÍTULO 16. De una prometida a una estudianteBrenda sonrió como si de verdad creyera que había ganado. ¡Pobre ilusa!No se daba cuenta de que aquella última sentencia de Maggie había puesto a Jackson más duro que ella restregándosele durante medio hora. ¡Porque Margaret Kingsley era un desafío, SU desafío!—Salta a la vista que tú no eres la mujer para Jackson. Yo lo soy, ¡la única!Maggie la miró con una ceja levantada y una sonrisa que no prometía nada bueno.—Totalmente de acuerdo. Tú eres la mujer de Jackson. La amante perfecta para él —aseguró con fiereza porque bastante tenía con aguantar las humillaciones de su suegra como para tener que soportar también las de Brenda—. Pero te recuerdo una cosa —le advirtió levantando la barbilla—. ¡Una amante no puede visitar la oficina, ni ser vista en público con él, ni ser fotografiada, ni exhibirte en restaurantes y en viajes! ¡Existes para que te folle! ¡Existes para que esperarlo en tu departamento con las piernas abiertas, para que é
CAPÍTULO 17. De una llamada a un desastreMaggie todavía estaba enfrascada en aprenderse la nueva técnica cuando su celular empezó a vibrar. Y no pudo negar que el nombre en su pantalla la sorprendió.—¿Hola? —respondió con voz neutral mientras hablaba con el hombre al otro lado de la línea—. ¿Qué si podemos vernos?... Bueno, supongo que sí —murmuró Maggie—. No, créeme que Jackson no tiene tanto interés en mí como para vigilarme… Está bien… ¿Esta misma noche? Me parece perfecto… Sí, sí conozco el hotel Astoria… OK, OK… ahí estaré entonces —accedió porque no veía nada de malo en eso, sin imaginar que alguien la escuchaba desde el pasillo, y que encontraba todo lo malo que podía haber en aquella llamada.Para las ocho de la noche ya había oscurecido y Maggie entraba en el vestíbulo del hotel Astoria con paso firme. Llevaba un vestido sencillo pero elegante, y el rostro de quien no teme a nada… aunque el estómago le dolía un poco de los nervios, porque con quien iba a encontrarse sin dud
CAPÍTULO 18. De la justificación al golpe de realidadEl hospital parecía tener una velocidad especial cuando se trataba de obedecer a su duelo; así que apenas llegaron al Wyndham Medical de Manchester, Maggie fue ingresada de inmediato.Jackson por supuesto que estaba sin sombra mientras empezaban a hacerle los estudios, y no hubo forma de que los demás doctores lo sacaran del “caso”.—¡Que no tengo nada! ¡Estás haciendo una tormenta en un vaso de agua! —gruñó Maggie, que por suerte o por desgracia tenía genes de todo menos de víctima.—¡Estás embarazada, tenemos que revisarte! —gruñó Jackson.—¡Otro puede hacerlo, no quiero que me estés tocando después de todo lo que pasó!Jackson dio cuatro gritos y todo el mundo se apresuró a salir de aquel cuarto como si el diablo hubiera aparecido con el tridente y desde luego que por la expresión de Jackson, exactamente eso parecía: el diablo.—¡Esto es tu culpa! —murmuró Jackson entre dientes, aunque más parecía un intento de convencerse a sí
CAPÍTULO 19. De la revelación a la culpaJackson no era precisamente la persona más perspicaz del mundo cuando estaba ofuscado. Pero ni en sus peores momentos se habría imaginado algo como aquello.—¿Cómo que tú llamaste a Maggie? —preguntó.—Eso mismo, hijo. Yo la llamé. Quería convencerla de que la boda fuera grande, no esa cosa íntima que en la que ella insiste. Somos figuras públicas, hacer una boda pequeña sería muy criticado y quería convencerla por las buenas antes de que tú y tu madre la acabaran cagando de alguna manera!Jackson parpadeó. Una, dos, tres veces. No procesaba nada. Su padre había llamado a Maggie para hablar de la boda. No había ningún amante secreto, ningún plan maquiavélico. Sólo un anciano entrometido con ideas de grandeza. Y él, como el campeón de los imbéciles que era, se había creído la versión de Brenda.—Entonces… —balbuceó, tragando saliva— Maggie no estaba… con otro…—¡Claro que no, animal de Dios! —bramó Emeret, alzando la voz lo suficiente como para