CAPITULO 40. De la disculpa a las confesiones peligrosas
CAPITULO 40. De la disculpa a las confesiones peligrosas
La situación no podía ser más tensa, pero definitivamente nadie había esperado que el doctor Jackson Wyndham, eminente especialista y excelsa persona, enviara al suelo de un puñetazo a… bueno, básicamente a nadie. Como tampoco esperaron los dos gritos que recibió.
El primero por supuesto fue de su madre.
—¡Debería darte vergüenza, Jackson! —gritó Pamela, con la voz rota entre la rabia y la frustración—. ¡Vergüenza de creer en esa mujer antes que en tu mejor amigo! ¡Antes que en tu propia familia!
Y el segundo fue de Maggie.
—¡¿Pero te has vuelto loco, Jackson?! ¡Esa es tu mano de operar, no la puedes arruinar por un idiota! ¡Tienes palos de golf en la casa! —escandalizó y Jackson se giró hacia ella con un puchero derretido, porque estaba claro que en aquel momento su opinión era la única que le importaba.
Y aun así para el resto de los que estaban en aquella habitación, sus ojos eran más letales que cuchillos.
—Por suerte, mamá,