Constanza
Conocer la Sala Oval siempre me pareció algo inalcanzable, incluso estando con Damon. Sin embargo, aquí estoy: frente a Cillian, explicándole cómo conocí a su sobrino y cómo lo enamoré.
—Nos conocimos en un club de París —respondo con una sonrisa, entrelazando mi mano con la de Damon—. Me resbalé y él me sostuvo justo a tiempo.
—Menos mal que te caíste cerca de mí.
—Tal vez fue un poco a propósito, porque me pareciste guapísimo —me río.
Cillian carraspea. Sus ojos lanzan chispas, aunque su rostro se mantiene sereno.
—Todo se dio demasiado rápido —opina con tono desdeñoso.
—No se necesita mucho tiempo para saber que alguien es para ti —replica Damon, fulminándolo con la mirada—. Tío, seré directo: ¿por qué juzgas tan duramente mi relación? ¿Qué hay de malo con Constanza? Yo no lo veo; es mucho mejor que muchas mujeres.
—Eso no lo dudo —masculla Cillian, entornando los ojos—. Pero aún me parece demasiado pronto para hablar de matrimonio.
—Pues para mí no. Tengo veintisiete años