“Flávio”
Estaba casi seguro de que había sido mi padre quien convenció a Sabrina de volver para atormentarme, pero quería confirmarlo. Necesitaba ir al grano, saber qué le ofrecía. Obviamente, tanto él como ella sabían que jamás volvería con ella, así que ¿por qué insistir en el tema del matrimonio? Podría divorciarme de nuevo, aunque tardara, tarde o temprano lo conseguiría. Pero ¿por qué insistían en esto?
—Sabrina, el mismo Bonfim te dijo que no sabía que el coche patrulla estaba infestado —intenté replicar, viendo que estaba furiosa por la historia de los piojos—.
—¡Podrías haber usado tu coche, Flávio! —gritó—.
—No podía. Tenía dos ruedas pinchadas y estaba esperando a que el mecánico fuera a la comisaría a arreglarlas —dije lo primero que se me ocurrió.
—Bueno, Flávio, cambié de opinión y ya estoy aquí. Echa a esa ninfa porque quiero mudarme pronto a nuestro apartamento —dijo con tanta naturalidad que cualquiera creería que el apartamento era suyo.
—Eso no va a pasar. Pero ya te