"Flávio"
Mi vida con Manu sería perfecta si no fuera por el fantasma de Sabrina rondando mis pensamientos. Temía que en cualquier momento Sabrina viniera a buscar a Manu. Manu me quería, pero no sé si podría soportar esto, descubrir que estaba casado y que, de alguna manera, seguía casado.
Hablé con el abogado y el jefe de policía esta semana, pero me dijeron que tardarían unos días en tener noticias mías. Pero estaba muy nervioso y ansioso, preocupado y acorralado. Y la cosa empeoró cuando se abrió la puerta de mi oficina.
"¿Qué haces aquí?", pregunté furioso.
"Es viernes, Flávio. Vine a ver si ya has mandado a la ninfa". Sabrina me miró con cinismo y pasó la mano por la silla antes de sentarse, como si comprobara si estaba limpia. "¡Qué sitio tan horrible es esta comisaría, ¿eh?" ¡Vete, Sabrina! ¡No me molestes!
"Ay, esposo, no me hables así. Si me estreso, podría acabar armando un escándalo, uno muy dramático." Sabía lo dramática que podía ser Sabrina y no tenía ganas de aguantarlo