“Héctor”
Necesitaba aliados, pero no sabía a quién recurrir. Sin embargo, cuando vi a Enzo allí, charlando con Melissa, tuve una idea. Consentiría a mi sobrino y lo convencería de que me ayudara. Ese era el plan. Y como era un hablador, me contaría todo lo que sabía, y al parecer, sabía mucho.
"Enzo, ¿almorzarás conmigo?", le pregunté a mi sobrino, quien sonrió.
"Claro que sí", respondió Enzo.
"Genial, entonces vámonos", grité.
"¡Presenta tu presencia en la oficina a las dos, Martínez. ¡No tengo que esperarte!", advirtió Melissa.
"De acuerdo, Melissa". Salí, pateando el aire como un adolescente hosco.
A Enzo le encantaba el filete con papas fritas, así que lo llevé al restaurante que servía los mejores cortes de carne de la ciudad. "¡Tío, lo has hecho genial hoy! Me encantó este lugar", dijo Enzo emocionado. "¡Genial! Sé que te gusta el filete con patatas fritas, por eso te traje aquí", le dije, sonriéndole.
"¿Es porque soy tu sobrino favorito o porque quieres pedirme algo?" Enzo era