"Heitor."
"Tío, ¿no te parece un poco exagerado?", preguntó Enzo, viéndome esparcir los últimos pétalos de rosa roja por el suelo de la sala.
"No lo creo." Dije, satisfecho, mirando mi sala cubierta de pétalos de rosa roja, con varios arreglos florales esparcidos y globos con forma de corazón en el techo.
Las rosas estaban esparcidas por toda la habitación y hasta el dormitorio, que también estaba cubierto de ellas, al igual que la cama y el baño.
"Tú decides, pero creo que has agotado las rosas rojas de la ciudad", comentó Enzo, mirando a su alrededor. "Y esos globos con forma de corazón también."
"No seas tonto." Lo miré. "Los pedí con antelación."
"¡Ay, tío, me estás matando! ¡Quién iba a pensar que te convertirías en un romántico tan cursi!" Enzo se rió, con su mano en mi hombro. "Pero ahora tengo que irme. Mi mamá envió al conductor". "Le dije que te llevaría", me quejé.
"Ya sabes cómo es". Enzo se rascó la cabeza. "Tío, disfruté mucho pasar esta semana contigo".
"Vaya, yo tambié