"Samantha"
No volví a ver a Heitor después del lunes por la noche. Le dije que disfrutara del tiempo con su sobrino y también aproveché para ayudar a mi madre a empacar; la semana siguiente nos mudaríamos a nuestro nuevo apartamento.
La semana pasó volando. Alessandro me pidió que redecorara su sala y la de Cat, y me encantó hacerlo. Lo malo fueron los celos de Celeste, la serpiente que nunca perdía una oportunidad para atormentarme.
"Pero hay un montón de cabezas aceitosas que se creen mentes brillantes aquí en esta oficina", me bromeó Celeste cuando me vio pasar para entrar a la oficina de Alessandro.
"Me quieres, ¿verdad? ¡Tienes que quererme! Celestinha, te diré algo" —miré a la secretaria del diablo con la mirada perdida— "¡Siempre que puedas, perdóname!".
"¡Te lo estás perdiendo, gallina!". —¡Oh, Dios mío, sálvame de estas ganas de restregarles la cara a algunos por el asfalto! —Te daré un pequeño consejo, Samantha. Empieza a buscar otro trabajo, porque tu felicidad aquí no dura