Miro por la rendija de la ventana y me doy cuenta de que ya ha oscurecido. Dios mío ¿cómo está mi hijo? Pasé el día pidiéndole a Dios que protegiera a mi hijo. Alessandro debe estar odiándome ahora. Me fui sin decir nada. Pero estaba desesperada por mi hijo. Y ahora no sé qué hacer.
Después de que Denis entró aquí y dejó ese sándwich, creo que se fueron, porque todo se volvió muy tranquilo. Pero ahora oigo un ruido, hay una puerta abriéndose. Y hay voces. Creo que ya llegaron. Señor, protégeme.
-Tu cena. – Daniel abrió la puerta, me entregó un paquete y la volvió a cerrar.
Apreté mi oído contra la puerta, necesitaba saber qué estaban planeando.
- Dani, me parece raro no poder hablar con Cel. – Escuché el comentario de Denis.
- Deberías dejar ese teléfono celular. – Daniel lo desaprobó.
-Tranquilo, no tienen forma de encontrar ese número, destruimos el celular de Catarina, nunca lo encontrarán. – Denis parecía relajado. –¿Cuánto tiempo la tendremos aquí?
- Junqueira no habló. Él dijo q