“Alejandro”
Llegué temprano a la empresa. Tenía muchas ganas de hablar con Catarina, explicarle la situación y pedirle perdón por millonésima vez en los últimos días. Cuando Patrício llegó y me vio sentada allí en la recepción me tiró un balde de agua fría.
-Puedes ir a tu habitación. Ella no vendrá hoy. Le di el día libre, se lo merece y lo necesita. Y le prometí a las chicas que no irías tras ella hoy. – Patricio hablaba en serio.
- ¡Qué carajo, Patrick! – Resoplé como un adolescente gruñón. – Tomemos un café.
Cuando llegamos a la cocina, la señora Margarida, Rick y Sam estaban hablando en voz baja y guardaron silencio cuando entramos. Hablamos un rato y luego Patrício, Rick y yo fuimos a mi oficina.
-Entonces, Ricardo, ¿qué sabes tú que yo no? –dije presionándolo.
-No sé de qué estás hablando. – dijo Rick.
- ¡Ah, ya sabes! ¡Sí, lo sabes! –dije caminando hacia él. –¿Qué pasa con Catarina? ¿Por qué eres mucho más protector con ella, como si quisieras defenderla de todo? ¿Por qué está