Después de casi hora y treinta minutos de escucharle la amonestación a "mi suegro" pude salir de la casa de Susan, la noche estuvo fantástica; esa chica sabe lo que hace y lo que me gusta en cuanto a sexo se refiere, estuvo mucho más tranquila luego de ejercerle un poco de presión entorno a su idea fija de que le soy infiel ya que parece que la engañaron, aunque de eso no se nada y no me interesa indagarlo.
Sheila llega con una sonrisa encantadora y un rasguño en la mano derecha, temo pregonarle como estuvo su cita con lo del gato porque la herida es evidente y hoy es la fiesta del reencuentro con sus amigas de la universidad, al verme despliega su mejor sonrisa y se acerca ¡Dios, no te pido nada, solo que me protejas, amén!
— ¡Hola! ¿que tal estas Rogers? - ¿eh?
— ¡Hola linda! estoy bien, gracias ¿tú? - sonr