Capítulo dieciseis.

¿Qué se ha creído ese rubio perfecto? ¡es un altanero! Pienso mientras Miggui duerme plácidamente en el sofá de mi habitación después de haber llorado a cantaros por la vergüenza que paso con Rogers ¡bah, es un tonto! No sabe lo que se pierde. Voy en busca de mi delirio circuncidado, que huele a mi porque al ducharse usó mi gel de baño y lo encuentro aun haciendo su magia en la cocina ¡Uhmmm, huele delicioso! En serio me acostumbraría a esto, termino de bajar la escalera y miro su maravilloso trasero en ese pantalón de deporte y mis pezones se irguen de inmediato ¡ay si lo sé! Soy una pervertida y aun no les cuento lo que voy a hacer al llegar justo detrás de él.

—  ¿Tienes hambre preciosa? – si que tengo, pero no de comida.

—  ¡No te muevas! – obedece como el buen chico que es, llego a su parte trasera y nalgueo su precioso y duro culo con ambas manos. Me regala un gemido delicioso y paso mi experta lengua por el centro de su

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