•|5: Lo correcto|•

El fuego que nos consume es el mismo que terminará con nosotros. 

||••||

Juliet. 

No tengo idea de cómo llegó al baño, ni mucho menos como logro entrar con el vestido pomposo, pero lo cierto es que logró entrar y soltar todas las lágrimas que contenía, no sé cuánto tiempo estuvo allí. Las horas simples pasan y las lágrimas parecen no acabar nunca, el dolor de mi pecho no desaparece, no cesa.

—Juliet. —Los toques en la puerta hicieron que recordará que ahora tenía un esposo que quería asesinar para que me dejara sufrir en paz. Sin siquiera molestarme en arreglar el desastre que seguramente era, abrí la puerta y pasé de él sin siquiera verlo. Lo último que deseaba era discutir.

Al no saber dónde m****a estaba y no querer preguntar, camine por el pasillo hasta llegar a la sala de estar donde un sofá enorme se encontraba en medio de esta, sin pensarlo mucho me acerque a él y me acosté. No pasaron muchos minutos cuando mis párpados empezaron a pesar y el sueño se hizo presente. Al despertar no me encontraba en el sofá, eso me alertó enseguida.

—Estás en nuestra habitación. —La voz de Aidan era todo lo que se lograba reconocer en medio de la penumbra de la habitación.

—Yo no quiero dormir contigo. — Sentenció irritada. Las luces se encendieron de la nada, dejándome cegada por un momento.

—Yo no te estoy preguntando si lo quieres o no. — Refutó también enojado. Enseguida me levanté para encararlo.

—Me vale una jodida m****a, yo no pienso dormir contigo. —Sin verlo venir ya lo tenía frente a mí tomándome del brazo.

—Vas a hacer lo que te diga, si no… — Amenaza, sus ojos toman un tono más oscuro e intenso. 

—¿Qué? ¿Me castigarás? —Le retó con burla, el agarre en mi brazo se vuelve más fuerte, está furioso, pero yo lo estoy más.

—No sería muy inteligente de tu parte, retarme Mágissa. —Con brusquedad me separó de él.

—¡No voy a dormir contigo! — Sentenció. Abre su boca para volver a refutar, pero me adelanto. —No, me casé contigo porque no tengo de otra ¡Pero no quiero ser tu maldito objeto! — Declaró cansada de él. Sus ojos se abren confundidos.

—Yo no… —Sin intenciones de querer escucharlo más salgo de la habitación en busca del baño. Una vez lo consigo me percató que aún tengo puesto el estúpido vestido de bodas. Irritada me lo quitó bruscamente arañando mi piel en el proceso.

Una vez logró quitármelo por completo, siento que vuelvo a respirar, al verme en el espejo ahogó un chillido al ver mi cabello hecho un desastre, el maquillaje corrido, y mi cara roja e hinchada por haber llorado tanto.

Terminó de quitar las prendas de mi cuerpo y me adentro en la ducha donde pierdo la noción del tiempo.

°°°°°

Pasó todo un mes en el que logró no cruzar palabras con Aidan, por suerte consigo dormir en otro cuarto del palacio. 

—¿Quiere el desayuno, señorita Juliet? — Me sobresaltó al escuchar la voz de una de las sirvientas de mi “esposo”. El primer día no me percate de ellas, pero están regadas por toda la casa haciendo quien sabe qué. 

—No. — Respondo secamente. Desde que estoy en este lugar no he comido nada más que unas cuantas frutas. No me apetece nada, no puedo comer o dormir. Desde que llegué no me siento bien, lo único que quiero es llorar todo él día y noche. 

No lo entiendo, se supone que para esto me criaron, para esto fue que nací. Este es el propósito de mi vida, pero no puedo hacerlo, mi mente se niega aceptar la realidad de mi vida. 

—Señorita, tiene que comer. Desde que llegó no la he visto hacerlo. Se va a enfermar. — Su voz suena preocupada. 

—No estaría mal morir de alguna enfermedad letal. — me encojo de hombros restándole importancia. 

—No diga eso. —Reprende molesta. —Vamos, levántese para que pueda comer algo. —Sugiere quitando la sábana de mi cuerpo. Había pasado todo el mes encerrada en esta habitación, sin siquiera molestarme a conocer la casa o quienes estaban en ella. La única con la que hablaba era con Karen, la mujer encargada de cocinar para mí. 

—No, no pienso salir. —Declaró volviendo a enrollarme en las sábanas. 

—Si no sale a desayunar en 5 minutos, llamaré al señor. — Amenaza cansada de mi terquedad. Enseguida quitó las sábanas de mi cabeza para encararla, pero ya había salido de la habitación. 

—¿¡Qué!? ¡Ni se te ocurra Karen! —Advierto con un fuerte grito. 

—Maldición. — lo último que necesitaba era cruzarme con aquel hombre. Sin otra opción salgo de la cama sin molestarme en verme en un espejo, sabía que estaba horrible, pero no me importaba. Cómo pude llego al comedor. 

—¿Que desea desayunar, señorita? —La voz distante y fría de Karen me hace fruncir el ceño sin entender ¿Ahora qué le pasa? Al llegar a la mesa entiendo enseguida el cambio de humor. 

¿Y si salgo corriendo? Total, ya como una loca me ve. Unas fuertes ganas de hacerlo me abarcaron al ver a Aidan en la cabeza del comedor junto a su amigo Bert. 

—Al fin te dignas a salir. —Sin ánimos de querer contestarle, tomó asiento a esperar la comida, la cual rápidamente llega, no tenía ganas de comer, pero sí de irme rápido de su lado, así que en contra de mi voluntad la cómo rápidamente. 

—Cinco años, y aún no olvido, como casi mueres por curiosa. —Comienza hablar Bert. —Y ahora resulta que eres la esposa de Aidan después de que estaba furioso por tu osadía, qué loco es el destino, ¿no crees Juliet? — Sin poder evitarlo, hago una mueca de hastío al escuchar la palabra Esposa. La burla en su voz era evidente. 

—Te agradecería que no me llames de esa forma. —siseo. Dejó la comida de lado para mirarlo, y el muy desgraciado sonríe con satisfacción por mi comportamiento. 

—¿Por qué iba a hacerlo? Si es lo que eres. —su burlesca voz me enfurece cada vez más. 

—No por voluntad propia. —Refutó con la mandíbula apretada. La carcajada que sale de él, en burla por mis palabras, enciende todo en mí. Me levantó de golpe y extiendo la mano hacia él, no sabía exactamente qué hacía, pero me fascinó al ver que le estoy cortando la respiración al tener el puño cerrado. —¿Ahora te parece gracioso? 

La desesperación en su rostro me llena de una manera alucinante, sus manos tocan su cuello en busca de oxígeno y sus ojos se tornan cada vez más rojos. 

—¡Basta Juliet! —la voz amenazante de Aidan me asusta tanto que terminó por soltar a Bert rápidamente. 

—En definitiva, tu esposa está loca. — Y vuelve a sonreír como si nada. ¿Y yo soy la loca? —¿Cuándo conoceré a una de tus hermanas? —Su pregunta me desconcierta al mismo grado que enfurezco de nuevo. 

—¡Lárgate Bert! —exige Aidan al ver mis intenciones. Él, sin mucho ánimo de acatar órdenes, comienza a caminar a la salida. 

—Maldito Malum. —Musitó en cuanto pasa por mi lado, su mirada perversa me da a entender que me había escuchado. Una vez sale de la sala, el silencio reina por unos minutos.

—Juliet. —Me llama Aidan para que lo mire a los ojos. Al hacerlo, su mirada amenazante desaparece, dándole paso a una más humana. —Quiero que te quede claro, que no soy tu enemigo, y que jamás te obligaré a hacer algo que no quieres. Yo acepté este trato para dejar de tener conflictos entre los habitantes de Gea y los nuestros. Juliet, yo tengo varios siglos en este mundo, y hasta ahora he decidido casarme solo para tener paz para todos, créeme cuando te digo que si quisiera una verdadera esposa no sería con una niña virginal e inexperta como tú. —Luego de esas palabras crudas y frías de su parte, sale dejándome sola.

¿¡¡A qué se refiere con virginal e inexperta!!? Quisiera decir que sus palabras no me afectaron, pero estaría mintiendo olímpicamente. Sus palabras no me abandonan en todo el día y menos en la noche, y como si fuera una grabadora se repite por varios días, hasta que decido encararlo de nuevo para sacarlo de mi mente.

Urgida lo busco por toda la casa, pero no lo encuentro. ¿Ahora dónde está?

—Karen, ¿dónde está Aidan? —La detengo en cuanto la veo ir a la cocina. Su rostro se vuelve pálido y su mirada se desvía.

—E-el S-señor… —su balbuceo me hace sospechar de algo que me irrita de solo pensarlo. —Está…

—¡Karen! Habla ya, es importante lo que tengo que decirle. —Miento descaradamente, en sus ojos puedo ver el debate interno.

—Está en su cuarto, pero… —No la dejó terminar, corro por los pasillos hasta llegar a la puerta de su habitación, sin considerarlo dos veces extiendo mi mano para abrir sin tocar, sin embargo, un ruido me hace detenerme en seco. Me quedo inmóvil viendo la puerta como estúpida, por un momento considerando la idea de que es mi imaginación, pero el jadeo fuerte que sale de la habitación me deja en claro que fue muy real.

¿Acaso él? El gemido me deja en claro que no debo entrar, pero mi mente es terca, alegando todo mi razonamiento abro sin más la puerta. 

La escena que visualizó no es para nada lo que llegue a pensar que sería, tampoco es como si me hubiera imaginado la gran cosa, puesto que mi información sobre ciertas cosas era nula.

—¿¡Qué haces!? —mis ojos se abren en sorpresa al ver la misma mujer que aquella vez vi en la cabaña con el extraño collar, sentada a horcajadas sobre Aidan sin ropa.

—Maldición. —Aidan igual de sorprendido quita a la mujer de un empujó haciendo que esta caiga al suelo. Aidan está completamente desnudo, al quitar a la mujer de su regazo me deja una vista muy detallada de su cuerpo. Por instinto tapo mis ojos, claro está que después de haber recorrido su cuerpo con la mirada.

—¿¡Qué m****a estabas haciendo Aidan!? — Supongo que cualquier otra chica en mi situación habría actuado de otra forma, pero para mi desgracia actuar con razonamientos no era una de mis cualidades.

—Yo he…

—¿Quién es esta mocosa estúpida? —El tono en que habla la mujer sobre mí me hace enfurecer.

—Aquí la que tiene derecho a preguntar algo soy yo. —quitó las manos de mis ojos para encararla, sin importar si veo otra vez al par desnudos. Por suerte Aidan tenía ya puesto un pantalón y la mujer se intenta cubrir con una sábana.

—¿Así? ¿Y eso por qué? —estaba a punto de ponerla en su lugar, pero luego una pequeña parte de mi razonamiento me hizo reaccionar ¿Por qué m****a estoy haciendo un drama?

—Olvídalo. —Me doy la vuelta y salgo de la habitación rápidamente para adentrarme a la mía. Creo que Bert tenía razón, estoy loca. 

Al estar frente a la puerta le pongo seguro suelto un suspiro para luego lanzarme en la cama. ¿Ahora, con qué cara lo veo? Un chillido de frustración sale de mí.

Unos toques en mi puerta me hacen encoge en mi sitio. No te asustes, tal vez no es él. 

—Juliet, ábreme por favor. 

Está bien, entremos en pánico. Si nos quedamos calladas, tal vez se vaya. 

 Y eso es lo que hago dejo, me quedo muy quieta sin siquiera respirar. 

—Si no abre tumbarme la puerta.

Su amenaza me desconcierta, ¿por qué está tan enojado? Con lentitud me acerco a la puerta y la abro.

—¿Qué sucede? —preguntó con inocencia fingida. Mis ojos lo recorren de pies a cabeza y noto que aún no tiene camisa, sus ojos han tomado un tono más oscuro y su rostro está completamente rojo, pero no precisamente de ira. Sus ojos no son capaces de sostenerme la mirada por mucho tiempo. 

—Podemos hablar.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo