Capítulo 4

La familia Varcarnyo era un total enigma para mi mente y la aparición de las gemelas fue tan rápida que me sorprende que de manera fugaz hayan revuelto toda mi vida.

Ambas eran polos opuestos y eso era precisamente lo que me volvía loco. En el buen sentido.

—Juliett y Julieta, Julieta y Juliett  —repetía constantemente mientras intentaba trabajar en mi despacho.

Pero sinceramente, no quería trabajar, o mejor dicho no podía. Necesitaba inspiración.

Decidido a encontrar esa inspiración y no quedarme sentado a esperar que me llegara de repente, empecé a caminar por la mansión en la cual vivía. Si bien es cierto que venía constantemente aquí cuando era niño, la verdad es que nunca me tomé el tiempo para recorrer cada rincón.

Gracias a las sirvientas nada estaba cubierto de polvo o fuera de su lugar, pero obviamente había cosas intactas que sabía que nadie había usado en años, como por ejemplo ropas, libros, cintas, etc.

Era extraño pensar en eso, pero a la vez hacía que me sintiera melancólico. 

En fin, para dejar los recuerdos y penas atrás hice algo que normalmente mi persona no haría. Colocar música a mucho volumen y disfrutarla mientras cantaba y bailaba por toda la casa.

Las sirvientas me veían extrañadas cuando pasaba por los pasillos de la mansión. Decidí sacarme los zapatos y deslizarme por el piso muy limpio y reluciente que había.

—Si mi padre estuviera aquí, le daría un ataque —pensé en voz alta.

Estuve un buen rato disfrutando la música, hasta que llegué a una habitación que parecía ser una antigua oficina, no tenía nada fuera de lo común y la verdad es que nada resaltaba demasiado la atención. Tenía una gran alfombra con tonos cafés y rojos, sobre ella había un escritorio de madera refinada y encima algunas carpetas y lapiceros. Detrás del escritorio se encontraba una gran ventana que iluminaba el lugar y por último las paredes eran adornadas con estanterías gigantes y muchos cuadros.

—Tiene el olor de mi padre, es inconfundible el perfume que él usaba, debió pasar muchas horas aquí encerrado —pensé mientras veía todo y caminaba al ritmo de la música.

No veía por donde pisaba porque la verdad solo me estaba dejando llevar por los sonidos de mi alrededor y me sentía bastante relajado.

De repente me tropecé con una parte de la alfombra que estaba un poco doblada y al no tener zapatos puestos fue más fácil el tropezar. Intenté afirmarme por instinto a cualquier cosa que mi mano alcanzara a tocar y en este caso resultó ser uno de los cuadros que estaban colgados en la pared.

El cuadro era pequeño y el menos llamativo de todos, además no estaba demasiado firme así que caí junto a el.  Afortunadamente la caída no fue tan dura gracias a la alfombra.

Me levanté y al tomar el cuadro para regresarlo a su lugar, un pedazo de papel cayó al suelo.

—Pero ¿Qué? —dije mientras levantaba el pedazo.

Al tenerlo más de cerca me di cuenta de que no era un simple pedazo de papel. Era una carta.

Querido:  

El motivo de mi carta es para citarte en nuestro lugar de siempre.

Lo que se sucede es ######## y la verdad yo no ######### espero no te lo tomes a mal #########

#################################-######### necesito que lo sepas, pero las palabras simplemente no me salieron cuando nos vimos la última vez. Ahora encontré el valor necesario y por fín te podré confesar algo que llevaba callando hace unos meses atrás.

###########Por favor, hablemos. Te espero.

###########################

Te amo.

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La carta estaba muy muy deteriorada, le faltaban pedazos, la tinta estaba corrida y algunas palabras no se entendían para nada. La fecha tampoco era clara pero lo que puedo deducir es que claramente era una carta dirigida a mi padre y la noticia de esta muchacha no era muy buena si mi padre decidió ocultar esta carta detrás de un cuadro.

También puedo descartar que esta carta sea de mi madre porque sabía perfectamente como era la letra de ella. Lo que me lleva a una horrible deducción.

—Tenía una amante —dije en voz alta—. O ¿La seguirá teniendo? —dudé con la voz quebrada tratando de asumir que podía ser una posibilidad.

Por otro lado, solo tenía una carta con muy escasa información ¿La estaré sacando de contexto? Espero que sí.

Luego de que pasaran unas horas, no podía parar de pensar en esa carta, pero lo bueno es que por supuesto me trajo mucha inspiración para mi trabajo. Sentía una mezcla de rabia, pena y curiosidad, sentimientos que para alguien que se dedica a escribir ayudan demasiado.

—¿Debería decírselo a alguien? —digo, sería extraño explicar cómo fue que encontré la carta y como es que asumo que es de mi padre.

—Señor, una jovencita pregunta por usted ¿Que le digo?

No me había percatado que una sirvienta se había acercado hacia mí, me sacó de mis pensamientos y me devolvió a la realidad.

—¿Una jovencita?, no esperaba a nadie hoy - dije con curiosidad.

Apagué la música que aun sonaba de fondo y decidí bajar yo mismo y ver de quien se trataba. Para mi sorpresa era Juliett.

—Juliett, que sorpresa ¿Qué haces aquí? —pregunté un poco alegre por su visita.

—Perdón si vine sin avisar, pero me sentía un poco sola así que pensé que quizás sería bueno hablar un rato. Solo si quieres —me preguntó mientras miraba al suelo.

Parecía una niña pequeña que me pedía que saliéramos a jugar un rato. Esta visita tan repentina y la invitación a hablar con ella que no tenía prevista son acciones que solo hacen resaltar aún más la personalidad de Juliett. Y eso me gustaba mucho.

Juliett no planeaba las cosas, solo las hacía. Y reconozco que se necesita valor para vivir de esa manera.

—¿Sabes qué? Está bien, hablemos —dije mientras salía de la casa y cerraba la puerta.

—¿De verdad? —me dijo mientras le brillaban los ojos.

Salimos a caminar a un parque que estaba cerca. Me dijo que no pasaba nada malo, pero que de vez en cuando se sentía melancólica y sentía que yo era una persona que le gustaba escuchar.

Hablamos de muchos temas diferentes. Y en ningún momento se crearon silencios incómodos o sentimientos negativos. En realidad, teníamos muchas cosas en común.

Pasamos horas hablando hasta que se hizo muy tarde.

—Gracias por acceder a hablar conmigo, la verdad es que hiciste que me olvidara de todo lo demás —decía Juliett mientras me daba un abrazo.

—Igualmente, la verdad no imaginé pasar un rato de calidad contigo de esta manera —le dije contento.

Terminamos de abrazarnos y cada uno se fue por su lado. Juliett era una mujer muy alegre y espontánea, sin embargo, a veces, con sólo mirar sus ojos podía sentir una pena muy profunda.

Esperaba que, con el tiempo, ella tuviera la confianza necesaria para contarme la razón de esa mirada tan solitaria.

¿Sabes Juliett? Hasta el día de hoy recuerdo esa caminata en el parque y siempre me digo a mí mismo que debí haberte recalcado de mejor manera mi apoyo.

                         

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