La vida de Céline da un giro inesperado cuando es privada de libertad por Lebron, un hombre misterioso y atractivo con una mente despiadada. Motivado por un profundo deseo de venganza, Lebron mantiene a Céline cautiva porque su novio, Alex, ha raptado a su amada, Isabelle. Céline, una mujer de gran belleza y con un noble corazón, aún conserva su virginidad, lo que despierta aún más la obsesión y codicia de Lebron.
Ler mais—Otro día agotador —farfullé sin perder el ritmo de mis pasos. En realidad, quiero llegar rápido a casa para decorar la habitación de mi novio, Alex Macalister. Acaba de regresar de un importante evento; es un futbolista brasileño. Sin duda, es muy guapo, con una mirada impactante. Cada vez que pienso en él se me hace agua la boca.
El fuerte sonido de un auto relinchante me sacó de mis pensamientos. Mis ojos se abrieron al ver a tres personas interponiéndose en mi camino; uno de ellos era una chica. —¿Les puedo ayudar en algo? —pregunté de manera divertida. Ellos se miraron entre sí y asintieron con la cabeza. —Es ella —avisó la chica a los dos hombres que la acompañaban. Miré a ambos lados, sin darle mucha importancia al asunto. Pensé que era una broma y solo solté una risa nerviosa. —Amigos, sé que es una de esas bromas de internet. De repente, uno de los hombres me agarró de las manos, dejándome inmóvil. —¡Ayuda! —grité asustada. —Haz que se calle de una vez, Patrik —ordenó la chica sin pizca de sentimientos. Decidí actuar. Llevé mi boca hasta el brazo del hombre y le di un fuerte mordisco. —¡Ah! —gritó el hombre soltando su agarre. Corrí tan rápido como pude, pero mis tacones dificultaron mi escape. Aún así, no podía rendirme. Sin embargo, no fue suficiente... Mi mundo se desmoronó cuando sentí una gran mano jalar mi cabello y tumbarme al piso. Luchaba por liberarme del agarre implacable que me mantenía inmovilizada. —Ven aquí maldita—dijo el hombre. El terror se apoderó de mí al darme cuenta de que estaba siendo arrastrada hasta un auto. —¡Déjenme ir! —grité con desesperación, pero mis súplicas se perdieron en la noche. El frío suelo golpeó mi cuerpo con fuerza, robándome el aliento. Luché con todas mis fuerzas para escapar de mi captor, pero su fuerza era abrumadora. —Cállate de una vez —dijo la mujer lanzando una patada justo en mi estómago. El dolor hizo que mi respiración se cortará, y fue ahí donde me subieron al auto. —¿A dónde me llevan?—pregunte con los nervios de punta. Mi corazón se quería salir, es más, hasta ellos mismos podían escuchar mis latidos. —Te vamos a colocar una cinta—dijo la mujer con cierto enojo. —No, no se los voy a permitir—respondí lanzado una mirada matadora. La mujer se llenó de impaciencia y sacó un arma de fuego y la colocó sobre mi cabeza. —Si crees que vas a hacernos perder el tiempo, estás equivocada, ahora bien, déjate poner la m*****a cinta si no quieres tener un disparo en la cabeza. Mi cuerpo temblaba como gelatina. En ese instante supe que ningún esfuerzo iba a resolver esta situación. Por esa razón me vi obligada a desistir. Cerré mis ojos y dejé escapar un suspiro agitado. El hombre llamado Patrik me coloco una cinta en la boca. Su mirada era aterradora. Se traía algo entre manos. —Eres más astuta de lo que imaginé—dijo Patrik—te voy a poner una capucha—soltó una risa malvada—Con lo lista que eres, puedes aprenderte el camino—añade colocando un tipo de capucha sobre mi cabeza. La cual huele a pecueca. —Domingo, arranca el auto—la chica le ordena al otro hombre que los acompañaba. En este caso era el conductor. Minutos más tarde..... —Bájala con cuidado—ordenó la chica. Ella era la cabecilla de la banda, lo digo porque es la que más da órdenes. Los demás solo son simples perros falderos. La puerta del auto trasero se abrió, y puedo sentir cómo las manos de uno de ellos me hacen bajar a la fuerza. —Mmmm—chillo con el temor situado en mi pecho. En realidad siento que ellos están secuestrando a la persona incorrecta, soy una mujer sana, no le debo a nadie, no peleó con nadie, es más, jamás he tenido problemas con la policía. —Camina desgraciada—ordenó Patrik dándome un fuerte empujón. Sin poder ver, caí al suelo, golpeando mis rodillas contra un tipo de pavimento duro. —Con cuidado, bastardo—rugió la chica con la voz cabreada. —Ya me está jodiendo la paciencia, si sigue así, la voy a golpear—dijo Patrik. Su voz es muy diferente al resto, es más o menos como la de un monstruo. —Abre las puertas Domingo—ordenó la chica. Las puertas se abren con un sonido estresante, eran puertas viejas. Su sonido relincho en mis dientes causando dolor. —Señor Lebron, aquí tenemos a la mujer—Avisó la chica con satisfacción en su voz. Mi carne temblaba, no podía siquiera respirar, a estás cuestas me iba a dar un infarto. Los pasos aproximándose se depositaron en mis oídos. —Veamos—dijo el hombre que se aproximaba. Su voz es ronca, pero muy varonil. La capucha fue retirada suavemente. Aún llevaba mis ojos encerrados, incapaz de ver, me ví obligada a abrirlos—Abre los ojos Celine—Añade el hombre. No entiendo porque se sabe mi nombre. Abrí los ojos con dificultad, aunque dolían un poco aún no me acostumbraba a la luz. —Mmmm—volví a chillar en cuanto veo el rostro de aquel hombre. Una lágrima adornó mi mejilla. Pero el hombre automáticamente la limpió con uno de sus dedos. —Tranquila, yo no soy como la bestia de tu novio. Mi cuerpo se congeló, no sabía de qué estaba hablando este tipo, pero sus ojos verdes como la hierba, transmitían temor. Con una mirada fría y perturbadora se robaba mi atención. El hombre retiró la cinta de mi boca con delicadeza y la arrojó a un lado. —Patrik, dale agua a la chica—ordenó el hombre,, lanzando una mirada aterradora a Patrik. Mire para todos lados, tratando de familiarizarme con el lugar, pero no lo obtuve; solo había paredes blancas y un sofá negro.—¡A mí nadie me llama loco! .—respondió Alex, furioso.En ese momento, él iba a darle su merecido a Lebron. Pero desde lo más profundo de mi ser, dejé escapar un grito desgarrador. —¡Alex ven a mi!—El sonido resonó en la habitación, y pude ver cómo Alex se desquiciaba aún más. Comenzó a mirar a su alrededor, enloquecido, buscando de dónde provenía el grito.Era el momento indicado para pasar al plan B.Tenía que llegar a la puerta, sentía el dolor en mis pies y el vacío en mi estómago, pero no podía permitirme flaquear. Tomé una roca enorme y me acerqué a la puerta, sabiendo que Alex saldría por allí en cualquier momento. La puerta se abrió de golpe, y pude ver la espalda de Alex. Aproveché la oportunidad y, sin pensarlo, le di con todas mis fuerzas en la cabeza. La roca impactó con un sonido seco y brutal, y su arma cayó al suelo junto con él. Solté la piedra a un lado y, con manos temblorosas, tomé el arma.—Estás acabado, Alex. Nadie puede ayudarte ahora—dije con seguridad.Él so
Veía cómo arrastraban a Lebron como a un perro, hacia lo que parecía ser su último día. Las palabras de Alex resonaban en mi mente: "Lo voy a matar". No podía permitirlo.Con el arma en mis manos temblorosas, no sabía si el temblor venía de la rabia o del miedo. Lo único que me detenía de salir como una loca desquiciada y disparar era la certeza de que si lo hacía, moriría. Respiré hondo y esperé pacientemente, aunque cada segundo dolía como una eternidad.De repente, las puertas se cerraron de golpe. Los hombres de Alex salieron dispersos, buscándome. Limpié con prisa los mechones de cabello empapados de sudor que se metían en mi boca, cerré los ojos y conté hasta cinco. Al terminar, salí sigilosamente e intenté abrir el portal, pero estaba cerrado. Tenía que encontrar otra entrada. Rodeé la casa hasta llegar a unas rejas que me conectaban directamente con la escena: Lebron y Alex. Alex abofeteaba a Lebron una y otra vez, pero él no emitía ni un solo quejido. Solo lo miraba con un od
Mi instinto de supervivencia gritaba en mi interior: ¡Escóndete!. Sin perder tiempo, me deslicé rápidamente detrás de unas hojas, apenas conteniendo el aliento. Desde allí, con los ojos fijos y el corazón acelerado, vi cómo llevaban a Lebron. Lo reconocí al instante, su figura abatida, con la cabeza baja, y el peso de la tristeza reflejado en su postura. Uno de los hombres le apuntaba con un arma en la cabeza. Mi corazón se hizo trizas, el dolor de la impotencia me desgarraba por dentro. No podía hacer nada.No obstante, sin dudar, decidí seguir el auto. Por suerte, avanzaba despacio, como si los hombres estuvieran buscándome, o tal vez no... ¿Qué los hacía ir tan lentamente?. No lo sabía, pero sus movimientos me daban la oportunidad perfecta para mantenerme a su ritmo, hasta que llegamos al lugar donde mi pesadilla comenzó: la casa donde Alex me había retenido la última vez.—¡Baja, maldito!—rugió uno de los hombres, mientras le apuntaba a la cabeza a Lebron.El sonido tembloroso de
—Nadie se mueve, ¡todos al piso!—gritó un hombre con voz rasposa, mientras sostenía una metralleta en sus manos. En ese preciso instante, salieron dos más desde el parque, como si nos hubieran estado acechando desde un principio.—¿Qué vamos a hacer, Lebron? —susurré, mi voz apenas en un hilo, mientras apretaba sus manos con desesperación.Lebron cerró los ojos, y en ese gesto supe que se había rendido. Podía sentir cómo su esperanza se desvanecía, y entonces, soltó mis manos. Fue como si el mundo se derrumbara en ese momento; la conexión que me mantenía firme se había roto.—Todo estará bien —dijo con voz quebrada, aunque ninguno de los dos lo creía.—¡Amarren a estos desgraciados y súbanlos al auto!—ordenó el hombre de la metralleta. Fue en ese momento que supe que estábamos perdidos. A mí me arrastraron sin piedad hacia un coche, donde un conductor con la mirada fría y vacía me esperaba. A mi lado, un joven de expresión cínica se acomodó, mientras a Lebron lo subían en otro vehícul
De vuelta a casa, el ambiente en el auto era sofocante, cargado con una tensión que apenas podía soportar. Lebron no dijo una sola palabra; su mirada estaba fija en la carretera, como si se aferrara a ella para no enfrentarme. Ese silencio me desgarraba. Necesitaba que me dijera algo, cualquier cosa. ¿No pensaba preguntarme cómo había estado estos días sin él? ¿O cómo estaba nuestro bebé?El peso de su indiferencia era insoportable, así que rompí el silencio con la voz temblorosa:—¿Qué harás ahora que estoy embarazada?Lebron apretó la mandíbula antes de soltar una respuesta que me heló el alma.—Celine, no sé qué pensar… solo déjame, ¿sí?Sus palabras eran como cuchillos, cada una cortando un poco más profundo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero aún así murmuré.—Lebron, no fue mi intención quedar embarazada…El golpe de su respuesta fue fulminante.—Celine, cierra la boca. Te vuelves cansona.—¿Cómo que cierre la boca?. Acaso no ves la gravedad del asunto—me siento agobiada, co
Volteamos lentamente hasta encontrarnos con el rostro desencajado de Alex. En sus manos, tenia un arma de color negro que relucía con una amenaza muda. —Así que, finalmente viniste a salvarla —la voz de Alex era un susurro envenenado—. Siempre supe que te gustaban las causas perdidas. Corriste por Celine, pero cuando fue Isabell, ni te inmutaste. ¿Qué tiene ella que no tenga tu preciosa novia?Me aferré con fuerza a los brazos de Lebron, buscando consuelo en su presencia. Él, con los ojos fríos como el acero, se mantenía firme, pero pude sentir la tensión en sus músculos.—Déjanos ir, Alex. Sabes que estás fuera de control —dije, mi voz quebrándose. Era como hablar con un muro, con alguien a quien la razón ya había abandonado hacía tiempo.Alex soltó una carcajada seca, su mirada se oscureció aún más, como si cada palabra que pronunciaba lo consumiera.—¿Fuera de control? Tú no entiendes nada. Yo no estoy loco, ¡es el mundo el que está enfermo! —gritó—. Pero claro, tú no lo verías. E
Último capítulo