La última aseveración de Gerónimo resonó en la habitación, dejándola desprovista de cualquier eco. Acto seguido, sacó el certificado de matrimonio del bolsillo interior de su chaqueta y lo extendió hacia su padre, con movimientos precisos que reflejaban tanto orgullo como enfado.
Giovanni tomó el documento y lo revisó en silencio, sus ojos pasando de las letras impresas al rostro de Gerónimo y luego, brevemente, al de Cristal. La tensión en su mandíbula delataba que no encontraba todavía una forma de procesar aquello. Finalmente se lo tendió a Rosa, quien lo tomó con la misma parsimonia. Ella lo leyó con ojos inquebrantables, sin que su expresión revelara nada al principio. Luego, la mirada de Rosa se alzó hacia Cristal por primera vez, inquisitiva, firme, como si buscara algo oculto en su silencio.—&iqu