Cristal hablaba mientras le daba la espalda. Nunca había sido buena en mentir directamente, y sentía que no podía hacerlo con él. La forma en que la miraba le hacía pensar que, en cualquier momento, podría descubrirla. ¿No sería mejor decírselo ahora? No, si se lo decía, la dejaría, y su padre la casaría con aquel odioso. Mejor no le dice nada.
—Ok, no te molestes. No tengo problemas con eso. No me importa si eres familia de nuestros enemigos. Yo jamás te dejaré, ¿me entiendes? ¡Eres mi esposa y quiero que confíes en mí! —Gerónimo volvió a atraparla y la besó en las mejillas. Ella se sonrojó y se rió, pero decidió arriesgarse a saber un poco más.—¿Serías capaz de continuar casado conmigo, aunque fueras hija del peor enemigo tuyo? —preguntó en un susurro tem