No te cuidé como debía.
—Liz —masculló.
—Sí señor, la misma que enmarco a su esposa —afirmó el hombre del otro lado de la línea.
—Bien, encuentrala y vigila sus pasos estos días, en cuanto despierte Mey, veremos que hacer con ella.
—Si, señor Walton —la llamada terminó, se reclinó en la silla y siguió a la espera de alguna noticia de su esposa.
Lena, que se encontraba justo a su lado, con sus ojos cerrados dijo: —Sabía que Liz es una mujer malvada, toda la vida le ha tenido envidia a Mey, por que ella sabe, que a pesar de que nunca tuvo el amor de una madre, ni de un padre, ella es feliz, en cambio ella no, teniendo a los dos a su lado, nunca los ha considerado.
Martín escuchó atento las palabras de la mujer a su lado. —Por hacerle daño a Mey, debe pagar —musitó.
La puerta de la sala se abrió después de casi dos horas adentro, las dos personas al ver al doctor salir se acercaron enseguida, Lena y el doctor se miraron entre sí, pero él rápidamente la ignoró.
—¿Cómo está ella? —