Capítulo|2

¡Bip! ¡Bip!

Jodida m****a…

Despierto de mal humor y con mi mano tanteo la mesita de noche, ubicada al costado derecho de mi cómoda cama. Suelto un gruñido

 ¡No logro apagarla! 

Esa porquería me hace los días imposibles, cuando por sin la consigo, golpeo con mi mano y solo consigo que se caiga al piso.

La puta madre…

La he jodido, suspiro con pesadez y aun sintiendo los brazos de Morfeo envolverme, me quito el cobertor que me cubre para darle un vistazo. No creo que quedara tan mal ¿O sí?

¡Mierda!

Ella me matara- Pienso. 

- ¡Ashely! Despierta

Miro hacia la puerta con miedo a que entre, es el quinto que me compra en dos meses.

- ¡Apresúrate!- Me rasco un costado de mi cabello, tratando de pensar en qué hare.- ¡Iremos a Casa de los Finch!

Y como si lo del baile no hubiese sido poco, la vida me empujaba de cabeza hacia la boca del lobo. Por órdenes de mi madre, debía de asistir a esa m****a de "Bienvenida"

- ¿Por qué me odias? ¿Yo que te hice?

Digo mirando el cielo raso de mi habitación, si había un Dios allá en los cielos, algo me decía que me odiaba. Gruñí molesta.

¡Al diablo la estúpida Reunión!

Ni siquiera entiendo por qué YO debo ir. Dejo en claro que no tenga nada en contra de la familia Finch porque son seres amigables y que sin importar su estatus social, se relacionan con quien esté en su entorno.

Mi rencor va dirigido a una sola persona en específico, a él. Él innombrable y no me refiero al de Harry Potter, sino al de mi realidad. 

Los describiría como una familia convencional y tradicional. El señor Louie Finch no solo es un pilar fundamental para el pueblo sino también para su hogar, como su fiel compañía está la señora Ana de Finch — quien es mejor amiga de la infancia de Corinne- Se podría decir que ella es la más humilde y carismática de todos.

En algún punto llegue a creer que con los años se convertiría en una bruja de esas que te miran sobre el hombro, pero no. es una amor de mujer aparte de ser muy querida y respetada al igual que su esposo.

Los señores Finch tienen dos Hijos: él imbécil y Erick Finch. La identidad del otro la desconozco por completo, pero tengo entendido que es mayor que su hermano Alex y está en España, según me han contado — Mi madre - es completamente diferente a quien ya conozco.

- ¡Cariño ya estas lista!

Ruedo los ojos, esta mujer es intensa cuando se lo propone. Mire mi reflejo en el espejo y diría que no estoy bella para sobresalir, pero tampoco fea para espantar. Normal.

Aburrida y simple como siempre.- Me digo.

Salgo de mi habitación sin mucho ánimo de caminar, el oxígeno del exterior me intoxica… 

Aja claro.

- ¿Qué mal le hice al mundo?

Veo a mi madre pintarse sus labios con un lápiz labial vinotinto mate, ella me ignora y eso me duele. ¡Me ha dejado en visto!

Frunzo mi ceño y me cruzo de brazos.- No entiendo porque debo ir.

Ella rueda sus ojos y termina de delinear su labial, yo refunfuño al llegar a su lado.

- Ashely…

Dice mi madre en un tono autoritario

-¿Qué?- Suelto como niña berrinchuda.- Es solo la llegada de su hijito mayor, no tengo nada que hacer en ese lugar.

Mi madre me mira de forma desaprobada y luego suspira

- Cariño, ya sabes que Ana es mi mejor amigo desde la infancia.- Y ahí vamos con el discurso.- y pues me pidió que fuéramos participe de este día tan importante para ella

¡Chantaje!, La tía Ana no es capaz de… ¿O sí?

- Anda amor.- Me da un empujoncito para que camine hacia la puerta de entrada.- coopera y compórtate

Imposible.

- No prometo nada.

- Ashely.- Se cruza de Brazos, oh oh.- No morirás por asistir.

Termina de sacarme arrastras de la casa y siento que el aire me ahoga.- Es asfixiante.

- Deja el drama, no es novela mexicana.

La miro y noto la burla en su rostro, ella no me comprende. Hago un puchero y solo niega.

¡Ash!

Me rindo, no funciono. Por lo que comienzo a caminar sin mucho gusto a lo que siento qué será mí muerte súbita. 

A una distancia prudente, levanto la mirada y con pesar observo la segunda planta donde se encuentra ubicada mi habitación, me detengo en la ventana e imagino tener mi trasero sobre la cómoda y calentita banqueta, leer un libro en estos momentos.

Llegar a Casa de los Finch no fue tan difícil, sobre todo porque su “humilde” hogar se encuentra ubicado al final de la cuadra en la que mi madre y yo vivimos. Seguimos caminando hasta llegar a la entrada y se puede escuchar la sublime e melodiosa música. Beethoven.

Que fueran humildes a su manera, no significaba que ellos no tuvieran esas costumbres.

- Correr o morir.- Murmuro.

Mi madre ríe ante mi dramatismo, y solo niega para cogerme de la mano. ¡Joder! Me han descubierto el plan.

¡Aborten la misión! Repito ¡Aborten la misión!

Nos detenemos frente a la puerta de madera chapada y mi madre toca el timbre, inhalo y exhalo.

- ¡Corinne!

Exclama con entusiasmo. Ana Finch.

Envuelve a mi madre en un efusivo abrazo y mi madre le devuelve el gesto, son mejores amigas desde que tienen uso de razón. Luego voltea a verme y con un brillo en sus ojos me abraza dejándome estática, soy poco afectiva.

- ¡Ashely, cariño!

Sonrió de manera forzada.- Señora Finch.

¿A qué hora pican la torta? En otros países eso significa que ha terminado todo el evento y cada quien puede retirarse para su respectivo hogar, así que… ¿Para cuándo?

Soy arrastrada por mi madre dentro de la casa y cómo si nada, ella comienza a saludar y a entablar conversaciones con los presente. Yo no había nacido para ser así, era una social y punto.

La casa o mejor dicho Mansión de los Finch, es un sueño... es una de las casas más hermosas en esta cuadra y tanto por dentro como por fuera grita Lujo a los cuatro vientos. Sin embargo la señora Finch es muy humilde y una persona amable y tratable pasa por desapercibido que es una mujer Adinerada, la considero diferente a los riquitos que humillan a los demás, sin dudarlo la señora Finch al igual que su esposo son dos personas admirables.

¿Por qué hablo de ellos?

Porque los conozco desde que era muy niña, o a decirlo bien. Ellos me conocen desde el momento en que llegue a parar a la vida de Corinne, y bueno, cada vez que ella podía y no se encontraba de guardia me traía a casa de los Finck para pasar un día entre amigos y familia. Extrañamente nunca conocí a su hijo Erick.

- Señorita Jeffries.

Miro al señor Finch y este estira su mano para saludarme, le acepto el saludo y luego me sonríe para envolverme en un abrazo. Lo sentía como un gesto paternal.

Más que amigos de mi madre, ellos eran como una especie de familia para Corinne y para mí. Una familia que iba más allá de los lazos sanguíneos.

- ¿Como esta, Alcalde Finch?

El arquea una ceja.- ¿Qué hemos hablado sobre las formalidades Miranda?

Sonrió con pena y era agradable.- Qué están de más entre familia…

Asiente.

- Oh cariño deja las formalidades.- Interviene la señora Finch.- si prácticamente somos Familia.- Me sonríe.- te conocemos desde que tenías tan solo meses de venir al mundo.

No puedo negar que me incomodo la mirada de los demás, pero hacia caso omiso a esos seres. 

Cooperar y comportarme, fueron las órdenes de mi madre.- Me repito.

Me limito en sonreírles por cortesía pero en ocasiones me sale más cómo una mueca a una sonrisa de hipocresía.

No sirvo para ser hipócrita- Pienso.

En lo que va de la fiesta, solo me abstengo a ver, escuchar y callar porque soy genial en eso. De tanto en tanto la mirada de mi madre y la mía se encuentran, ella me regala su típica sonrisa de “Todo bien” y solo por eso, sé que la tortura vale la pena. Verla feliz.

Todo es porque no me gusta recordar que soy adoptada, sé que es tonto pero no siento bonito recordar que fue desechada de alguna manera. Toda mi vida me he hecho a la idea de que Corinne es mi madre bilógica, y que mi padre fue un hombre honrado qué murió en servicio como militar, es dramático pero me va bien.

Prefiero vivir bajo esa mentira a estar en el drástico recuerdo de la niña abandonada en el hospital — Muy al estilo novela — Resumo todo a que no me quisieron, vieron más factibles venir a el pueblo y permitirme vivir pero fuera de su alcance por lo que así como aparecieron, desaparecieron.

- Dulzura

Dirijo mi vista hacia la señora Finch

- ¿Qué tal si vas a la parte de atrás y disfrutas de la reunión así conoces a mi hijo mayor y a mi sobrino?

¿Se estaban deshaciendo de mí? Porque aunque un lado diga que no, otro me dice que los estoy cohibiendo de hablar sobre cosas de adultos, como el sexo por ejemplo.

¡Niña pecaminosa!

Sonrió, es estúpido. El sexo ya no es un tabú ¡Hello! Estamos en pleno siglo veinte.

Le sonrió de manera forzada y la verdad es que no deseo salir por dos simple razones, la primera es que no sé nada de nada sobre relacionarme y dos… Puedo encontrarme al Innombrable y es lo que menos deseo.

- Hay chocolate en la mesa de dulce.

Pinche comida, siempre me joden con eso… Voy a rodar por tanto pensar en hartar como un cerdito, convencida por la motivación que la señora Finch me dio. Me encamine hasta la salida de la sala de estar.

Al salir veo algunos mayores y son rostro familiares pero todos pertenecen a personas adinerada del pueblo, es más que seguro qué ninguno se acercara a dirigirme la palabra y yo menos con ellos.

¿Oh Dios… ¿Yo que hice?.- Pienso.

Miro al cielo y deseo en estos momentos tener ese súper poder de teletransportacion, pero debo aguantarme porque estoy aquí por ella y nada más que porque ella me lo pidió. Amo a mi madre y trato de complacerla.

Pensé que sería la única joven de mi edad pero puedo percibir la figura de algunos de los alumnos de último año pertenecientes al círculo social de Alex, los vellos en mi piel se engrifan y miro a todos lados.

No quiero verlo, no quiero verlo ¡No quiero verlo!

Me escabullo hasta una esquina del lugar y me oculto con algunos grupos de personas adultas conversando. Suspiro con agotamiento.

Sabía que era muy mala idea estar aquí, pero todo siempre por complacerla, todo porqué ella este feliz conmigo y mira donde vine a parar. Joder…

Inhalo y exhalo calmando mis nervios porque si no terminare nerviosa y puedo causar una estupidez. 

Estando un poco más tranquila, me mantengo al marguen de todo y solo observo como las personas platicando placenteramente y socializando tranquilos, aun no entiendo como yo no puedo estar así, es decir lo intento… - A veces — el asunto es que a la final siempre fracaso, hasta llegar a la conclusión de que yo no nací para ser alguien sociable y que pueda relacionarse con una personalidad extrovertida.

Sigo desde la distancio y obtengo algunas miradas pero que se olvidan de mi presencia de manera rápida, bien. Eso es bueno.

Puedo escuchar en mi subconsciente la lejana voz de Corinne reprimiéndome el hecho de no estar con los de mi edad. Pero cómo lo dije, e intentado ser sociable obteniendo como resultado lo que es tan obvio, no sirvo para eso.

Un tanto aburrida de la situación y viendo que mi madre no sale en mi busca, comienzo a caminar por el lugar hasta llegar a la mesa de comida y todo tipo de aperitivo que imagines se encuentra ahí.

Vaya… Sí que se esmeraron los Finch.- Pienso.

Me sirvo un enorme vaso de jugo de naranja y luego miro un trozo suculento de pastel de chocolate. ¡¿Es eso lo que creo?! 

Miro a todos y… ¿Por qué no comienzan a irse a sus respectivos hogares? ¿Recuerdan los que les dije?  

<< En otros países eso significa que ha terminado todo el evento y cada quien puede retirarse para su respectivo hogar>>

La risa de mi madre me hace voltear a verla y puedo notar lo cómoda que esta, la manera en que se desenvuelve en este entorno sin importarle los estatus sociales o cualquier cosa que diferencie a las personas según la sociedad.

Cálmate y deja que disfrute.- Me digo.

Pido un trozo suculento pastel y me encamino a un área algo privada junto a la piscina, lejos de todos. Saco mi teléfono celular y sin que nadie me moleste, entro a W*****d y continúo leyendo UnHermosoAtardeser y todo a mi alrededor desaparece, nada ni nadie más esta.

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