Los guardias querían ayudarla, pero no tenían los conocimientos médicos para hacerlo. Por otro lado, Emilse siguió con la reanimación. No estaba dispuesta a aceptar que el corazón de su padre se había detenido, por lo que lo traería de vuelta sea como fuese.
—¡Papá, escucha mi voz! —exclamó la jove