Scarlett estaba tumbada en la cama, mirando al techo y tratando de no pensar en la confesión febril de Víctor de ese mismo día, cuando sonó su teléfono. El nombre de Mason apareció en la pantalla y su corazón comenzó a latir con fuerza.
—¿Mason? ¿Qué pasa?
—Scarlett, necesito que vengas a verme ahora mismo. Esta noche.
Algo en su voz la hizo sentarse erguida. —¿Qué ha pasado? ¿Va todo bien?».
«No puedo explicártelo por teléfono. Pero tiene que ver con tu padre, con el contrato matrimonial, con todo. Tengo respuestas, Scarlett, pero tienes que salir de casa inmediatamente».
«¿Salir de casa? Mason, son casi las diez de la noche...».
«Sé qué hora es. Esto no puede esperar hasta mañana. ¿Puedes salir sin que Víctor se entere?».
La mente de Scarlett se aceleró. Podía oír a Víctor moviéndose abajo, probablemente trabajando en su computadora portátil en la sala, como siempre hacía cuando no podía dormir.
—Está abajo. Tendría que pasar junto a él para llegar a la puerta principal.
—Entonces b