EMMA

Sus brazos envuelven firmemente mi cintura, mis brazos se enrollaron en su cuello dándome soporte y mis piernas se enroscaron en sus caderas para afirmarme. Nunca pensé que podría extrañar tanto el calor de una persona hasta que su cuerpo entro en contacto con el mío luego de las horas que estuvimos juntos.

Fue como volver a respirar.

–Perdóname – habla con su rostro oculto en mi cuello –. No quería herirte, solo fue la impresión de verlas.

Sus palabras calan profundo en mi pecho.

–¿De que hablas? – pregunto con una extraña sensación.

–No les temía, ósea sí… pero…– saca su rostro de mi cuello para mirarme –. Mi cuerpo reacciono de una manera, pero mi mente de otra y cuando me arme de valor para enfrentarlas ya te habías ido.

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