Gisel, se encontraba en este día lluvioso cubierta de cobijas. La verdad es que no le había parecido levantarse dela cama, y a pesar de ser primavera y hacer calor: en ese día había sido en particular nublado y gris.
Podía ver las sombras de las ramas a través de la ventana, alguna brisa se colaba: haciéndola extremecer.
Las sombras, le daban un poco de miedo. Ya que estaba sola en su casa, a pesar de tener unos buenos padres amorosos... los cuales se preocupaban por ella, ella había optado por independizarse vivir sola.
Tenía un solo hermano, el cual estaba felizmente casado y ya tenía más de 30 años.
Ella, se encontraba cubierta, y con el corazón pensante. No podía quitar la sonrisa de Julia antes del día anterior, estaba en un día domingo gris y húmedo.
De pronto, escuchó su teléfono de reojo. Puedo ver la luz palpitante y el sonido vibrante le hicieron despabilar, sabiendo que tenía que levantarse con las pocas fuerzas que tenía de hacerlo.
Se sentó sobre el mudillo colchón, el cu