CAPÍTULO 31. PARÍS
Tres días después.
— ¿A dónde nos dirigimos? —cuestionó Madison a Hanna, quien llegó de improviso, sacó una maleta de su closet y empacó ropa de su amiga, para después subirla con los pequeños a su auto.
—Es una sorpresa —refirió la joven de forma misteriosa y continuó su trayecto. Luego de cuarenta minutos ingresó a un hangar privado en donde se encontraba un lujoso jet.
Madison miró con intriga a Hanna quien descendió corriendo para abrir el maletero, y sacar el equipaje de su amiga y luego una maleta mucho más grande que la anterior.
—Lleve esto al avión —ordenó al joven que se acercó.
— ¿Vamos a volar en eso? —lo señaló.
Hanna carcajeó al ver su cara apanicada.
—No, tú volarás en eso —expresó con emoción, le dio un beso en la mejilla y corrió hasta el auto, encendiéndolo de inmediato.
Madison giró su rostro para ver cómo agitaba su mano para despedirse llevándose a sus pequeños.
—Bienvenida señora Walton —mencionó la sobrecargo—, acompáñeme por favor.
Las piernas de la chica tembl