— ¡Leila! – dice en un gemido seguido de un sollozo.
— ¡Dakota! – digo sin mirar atrás. Arrastrando tras de mí a mí no-novio-ligón.
No sé cómo llevar esta situación, pero no pienso perderme el hecho de que le gusto, me duele el pecho y necesito llorar, llorar mucho. Él se deja hacer, parece que le divierte la situación.
— Muñeca, todos nos miran – dice resoplando una sonrisa, gruño enojada — ¿acabas de gruñir? – su voz es suave, pero suena divertido ¡voy a golpearlo!
— ¿De qué coño te ríes? – levanta las manos ante mi cara de pocos amigos.
— ¡Tranquila, perdona! – Trata de esconder la sonrisa y avanzo hacia él con los ojos ent