Capítulo 4. Contrato Permanente

Isabella

Me quedé impactada con lo que mis ojos estaban leyendo, “Contrato permanente” cuando levanté la mirada en dirección ahora a mi nuevo jefe, él estaba enfrascado en una conversación en árabe y aunque sabía el idioma intenté no prestar atención hasta que se refirió a mí.

“Es mi nueva asistente, así que si te pregunta mi madre dile que fue muy difícil encontrar a alguien con una con buenas referencias y confiables.” El hombre asintió y sonrió, desvié disimuladamente mi mirada, mi corazón se agitó con fuerza al ver el sueldo, tengo que hacer una exhaustiva investigación para saber cómo ser la mejor en este puesto. Lo firmé sin duda alguna y luego esperé a que terminaran la conversación, al hacerlo, le entregué al hombre mi contrato.

— ¿Está todo bien, señorita Sánchez? —preguntó mi ahora jefe, el señor Ashgar. Asentí educadamente. —Bien, hay un baño en esta planta, sale y a la derecha al final lo encuentra, cámbiese y tire ese conjunto que tiene puesto. —alcé mis cejas y él se percató—A menos que quiera asesinar a alguien en cualquier momento. —negué rápidamente sin decir algo, ya que sé a qué se refería, salí y finalmente pude respirar, entré al baño y de inmediato me cambié, el nuevo uniforme era una talla extra y se sentía bien, nada ajustado, era bastante discreto y entonces vi algo en el interior de la bolsa donde estaba el uniforme, era un tipo de… ¿Es velo? Ay, Dios. ¿Cómo se pone? La puerta se abrió y apareció una mujer hermosa con cabello rubio y relamido a la perfección, entonces vi la pañoleta en su cuello, pero por dentro. Ella debió de verme dudando.

—Va en el cuello, —me señaló el suyo.

—Oh, gracias. —le dije y ella sonrió.

—De nada, ¿Eres nueva? —preguntó curiosa.

—Sí, acabo de firmar contrato. —ella alzó una ceja y se cruzó de brazos. Ella no dijo nada, era como si estuviera esperando que me pusiera correctamente el pañuelo, sino para ayudarme, y así fue.

—Déjame ayudarte, —se acercó y me ayudó a acomodarlo, me hizo señas de que me observara en el espejo. Se veía muy bien para mi sorpresa.

—Gracias, quedó perfecto. —ella sonrió.

—Soy Kate, soy del área de nómina, los pagos de los impuestos y eso…—me extendió su mano en saludo.

—Mucho gusto, Isabella, pero la mayoría me dice “Isa” más corto. —sonrió.

—Y es bonito, —noté que quería preguntar algo, pero no se atrevía, regresé la mirada al espejo —Escuché que ha llegado con el señor Ashgar, ¿Es cierto? —afirmé acomodándome mi saco del traje.

—Soy su nueva asistente personal—ella jadeó sorprendida, miré hacia ella y arrugué mi ceño. — ¿Pasa algo? —ella negó, pero era visible que si le sorprendió.

—Ojalá te quedes en la empresa, —arrugué mi ceño—Digo, te lo van a decir igual, —soltó un bufido—El señor Ashgar es de carácter especial. Si pasas la prueba…—omití que ya tenía el contrato permanente, —Lo cual es imposible, te deseo lo mejor.

— ¿Pero por qué…? —tocaron a la puerta.

— ¿Señorita Sánchez le falta mucho? —era la voz de un hombre, me despedí a toda prisa para salir del servicio. Al salir el señor Ashgar salió de la oficina con el hombre de personal, ellos seguían conversando en lengua árabe e intenté no escuchar su conversación cuando llegué. “Consigue ese auto, lo quiero mañana a primera hora” el hombre asintió y respondió con un “Si, señor, Ashgar” luego me miró y mostró una copia de una sonrisa, pero sin mostrar su dentadura, el jefe empezó a caminar y yo fui detrás de él, miré que nos observaban desde sus puestos de trabajo los empleados del piso, entró y esperó a que yo entrara.

— ¿Tiene todo listo para empezar el día? Le voy a mostrar lo que quiero que haga a partir de ya, así la señora Eleonor no podrá tener una queja válida para ir corriendo a decirme. —dijo de repente antes de presionar el botón para ir a presidencia.

—Sí, señor Ashgar. —él giró su rostro de medio perfil hacia mí.

—Solo “Señor”, por favor. —asentí rápidamente anotando mentalmente ese detalle.

—Sí, señor. —presionó el botón y en lugar de subir, estábamos bajando.

—Las tradiciones y costumbres de la cultura árabe tienen muchas diferencias en comparación con la cultura occidental, y en su mayoría, hay reglas y costumbres, primer punto: son mis costumbres propias las que tiene que seguir, no quiero sorpresas, son desagradables y me ponen de mal humor. Segundo punto: No es cortes decir un “No” rotundo. Tercer punto: Los apretones de manos son saludos y despedidas comunes. Los apretones de mano largos, los codos agarrados y el caminar de la mano de dos hombres es algo usual en el mundo árabe, que no le sorprenda cuando le toque viajar conmigo a mi país natal. Cuarto punto…—hizo una pausa antes de volver a presionar el botón para que las puertas del elevador se cerraran de inmediato, ahora subíamos. —… El contacto entre miembros del sexo opuesto en público se considera fuera de límites. Solo uso la mano derecha para comer, tocar y presentar regalos. —hizo una pausa breve—Quinto punto: El contacto visual durante las discusiones es a menudo largo y directo. El contacto visual prolongado con las mujeres se considera grosero. Es ofensivo preguntarle a un hombre por su esposa o miembro de la familia. Sexto punto: Cuando esté sentada, evite estirar las piernas delante o sentarse más alto que los demás…—otra pausa cuando llegamos un piso antes de presidencia, las puertas se abrieron y presionó el botón para que cerrara y ahora bajamos, al hacerlo siguió. — ¿Qué punto es el que sigue? —preguntó, me recargué disimuladamente contra la pared de acero inoxidable a mi espalda.

—Séptimo. —él asintió y pude notar que estiró las comisuras de sus labios.

—Séptimo punto: No se apoye contra las paredes, —de inmediato me retiré de la pared—No se recueste en las sillas, ni ponga las manos en los bolsillos. Los significados dobles son comunes en las conversaciones. No hables en voz alta. ¿Lo está llevando todo? ¿O tengo que regresarme en algún punto?

—Lo llevo todo, señor. —detuvo el elevador y se volvió hacia mí.

— ¿Cuál es el cuarto punto, señorita Sánchez? —preguntó, estaba probándome.

—“El contacto entre miembros del sexo opuesto en público se considera fuera de límites, solo usa la mano derecha para comer, tocar y presentar regalos.” —él asintió.

—Solo quería saber que estaba escuchándome.

—Lo escucho, señor Ashgar.

—Bien, el punto…

—Octavo, señor. —él pareció satisfecho.

—Octavo punto: La comida suele ser al final de un evento. Las personas de Medio Oriente consideramos que es descortés comer todo en el plato. —alcé mis cejas con sorpresa, ¿Y si uno tiene mucha hambre? ¿No puede comerlo todo? —Noveno punto: Quítate los zapatos en la entrada y déjalos allí antes de entrar a una casa. —Otra pausa—Décimo punto: La hospitalidad, la amabilidad y la generosidad con los extraños es una expresión de los deberes sagrados…—el elevador se detuvo finalmente en presidencia. —Quiero que el contrato que ha firmado se mantenga ajeno a los demás, señorita Sánchez. Ha firmado un acuerdo de confidencialidad y no puede divulgar nada de lo que ve y se escucha. Puede haber consecuencias.

—Sí, señor…—contesté educadamente.

—En mi oficina hablaremos del resto de los puntos que tiene que aprender, si llega a conversar con la señora Eleonor, que siga pensando que está a prueba.

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