Mía se siente aturdida por la situación, el ver a su hijo en brazos de otra mujer, y no poderlo ella tener cuando es la madre, la que lo tuvo en su vientre.
Leticia se conmociona con Mía, pero piensa que esa mujer que sostenía a David es malvada porque hizo sufrir a Mía y sonreía con burla.
Pero algo llama la atención de Mía, y es una camioneta de color negro mate, se estaciona al lado de ambas, y luego, bajan hombres encapuchados.
—¡Mía!— exclamó Leticia al ver las intenciones de los hombres
—¡Leticia, corre!— ordena Mía al ver el acercamiento malicioso
—¡No puedes escapar!— dijo uno de los hombres encapuchados
Leticia y Mía empiezan a correr, pero aquellos hombres son todos unos expertos en hacer el mal. Por lo tanto, con mucha audacia, logran atraparlas y subirlas a la camioneta.
—¡Auxilio!— gritó Mía, pero los hombres se ríen, ellos pertenecen a un grupo de hombres asesinos, son los más crueles, y la gente les teme, por eso nadie interfiere
—¡Mi luna!— Leticia intenta soltarse