Desperté con pesadez porque sentí movimiento en la cama. No tengo idea de qué hora es, pero sí de que el cuarto apesta a alcohol.
Para cuando abrí los ojos pude divisarla a ella de pie junto a la cama, observando con atención un punto fijo.
Mi hermana... en el marco de la puerta.
Para cuando pude despertar bien decidí dejar mis ojos entre-abiertos y escuchar lo que pasaba.
-¿Así que ahora vienes y te le ofreces sin respetar mi casa?- Se mofó Alanna.
-Yo no me le ofrecí, no seas tonta.- La voz ronca de Sara-Lee sonaba cansada, como si el solo hecho de estar frente a Alanna le fuera cansino.- No voy a seguir discutiendo contigo.
-Sé que no, no tienes los huevos bien puestos.
-No, no tengo ni las ganas ni la cabeza para seguir con esto.- Ella hizo una pausa en la que pude sentir como todo endurecía.- Me has quitado cosas preciadas para