Capítulo 12: Promesa obligada.

El beso se prolongó, intensificándose con cada segundo que pasaba. Las manos de Alejandro se deslizaron por la cintura de Amelia, atrayéndola más cerca, mientras ella enredaba sus dedos en el cabello de él. La tensión que antes los separaba ahora los unía en un abrazo apasionado.

Pero tan repentinamente como había comenzado, Amelia rompió el beso. Se apartó bruscamente, sus ojos abiertos de par en par, con una mezcla de sorpresa, confusión y rabia. Su respiración era entrecortada, y sus mejillas estaban teñidas de un intenso rubor.

—¡¿Cómo te atreves?! —espetó mientras levantaba la mano y le daba una gran bofetada a Alejandro.

Levantó la otra mano para abofetear su otra mejilla, y Alejandro le sostuvo con fuerza la mano, sus ojos grises chispeando de la rabia, su mandíbula apretada.

—¡¿Cómo me atrevo?! ¿Pretendes dártela de digna? —se burló—, no vengas a simular conmigo ¿Me quieres hacer creer que no te acostaste con ningún cliente cuando ahorita te me lanzaste encima?

—¿Yo me lancé?
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