GRIS
Me da dolor de jaqueca, intento convencerme de que no estoy embarazada, porque la vida no puede ser tan injusta como esto, es decir, me quita a un hijo para darme otro del mismo hombre que me ha hecho daño por tanto tiempo, no lo puedo aceptar.Observo con recelo la hora que marca el reloj y sé que Prim está tan enfadada, nerviosa y confundida como yo.—¿Cómo es que pasó? —inquiere con cautela.—No lo sé, fue antes de todo esto, solo pasó y ya, creí que era lo correcto en ese momento, pero resulta que no.—¿Y no se les ocurrió cuidarse? —bufa.—Sí, es solo que… no lo sé.Me pongo de pie y comienzo a caminar de un lado a otro. Nathaniel y Raze nos esperan afuera. Hace cinco minutos que llamaron para saber si todo estaba en orden y Prim tuvo que mentir.—Es increíble, es que esto no puede ser posible —explota.Justo en el momento exacto en el que la ligera y apenas audible alarma de