CAPÍTULO 32. LA VIDA ES DEMASIADO CORTA

Nico estaba anonadado, no sabía cómo reaccionar frente a su negativa, no podía entender por qué Lucila lo había rechazado, si se supone que ambos estaban bien, se reconciliaron y habían aclarado todo entre los dos.

La observó sin decir nada, esperando una explicación de su negativa, pero ella se mantuvo sin dar ninguna, solo siguió comiendo con absoluta tranquilidad, mientras que él, en su interior sentía que se había desatado una tormenta de sentimientos. Se sintió molesto, irritado, triste, eran tan diversas las emociones, que debió controlarse para no ser dominado por ninguna.

Se levantó de su asiento sacó unos billetes de su cartera y los puso encima de la mesa para pagar la cuenta y agregó —. Voy al baño, si terminas de comer nos vemos afuera.

—Me parece genial, creo que esta vela

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