~Damián~

—Pero me escondí por ti —dije, mordisqueando el lóbulo de su oreja—. Porque valoras esa amistad, porque la amas como a tu mejor amiga.

—Esa es la única razón. No porque me importara un carajo lo que ella pudiera pensar, tampoco porque estuviera avergonzado, sino porque necesitabas que protegiera el último pedazo frágil de tu vida, así que lo hice.

Sus labios se abrieron y un aliento tembloroso escapó de ella, su voz sonó quebrada cuando intentó responder, pero no salió nada, solo un gemido.

Me aparté y la miré directamente a los ojos, con el nudo aún palpitando dentro de ella, todavía manteniéndonos unidos como un sello. Mi semen seguía goteando, caliente y espeso, manchando nuestros cuerpos en hilos brillantes, y su coño seguía apretándome como si todavía estuviera procesando lo que le había hecho.

—Nunca te habían follado en un armario antes, ¿verdad? —Le pregunté, sonriendo oscuramente mientras arrastraba mi pulgar por su labio inferior húmedo.

Ella negó lentamente con la c