~Lira~
Ni siquiera podía hablar con claridad. Estaba demasiado excitada. Demasiado fuera de mí. Mis piernas temblaban. Mis pezones palpitaban. Mi coño se apretaba contra la nada como si quisiera ser llenado por cualquier cosa. Sus dedos. Su verga. Su maldita voz.
Él no dijo una palabra. Solo me miró. Como si estuviera loca. Como si fuera estúpida. Como si fuera la niña más tonta y caliente del bosque por provocar a un hombre como él.
Y entonces me tocó de nuevo. Esta vez no mi pecho. Mucho más abajo. Su mano se deslizó entre nosotros, lenta como el pecado, y sus nudillos rozaron el dobladillo de mi vestido empapado antes de que se metiera debajo de él como si nada. Como si tuviera el derecho.
Mi respiración se entrecortó. No podía moverme. No podía moverme, maldita sea. Sus dedos estaban justo ahí. Justo sobre mi tanga. Esa estúpida pieza de hilo mojada pegada a mi coño como si fuera la única barrera entre yo y ser arruinada para siempre.
La tocó. Solo un dedo. Ni siquiera por dentro,