~Lira~
Cinco minutos después.
Vi el auto primero, girando la esquina como si estuviera enojado con la carretera, los faros cortando la lluvia como si buscaran a alguien a quien castigar. Y luego se detuvo. Justo ahí. Al borde del césped, como si el universo entero se hubiera alineado para este instante.
Me quedé congelada por un segundo. Un pequeño segundo. Y luego grité:
—¡Damián!
No sé por qué grité su nombre así. Como una niña viendo a Santa. O como una zorra viendo su polla favorita. Probablemente ambas.
Mis piernas se movieron antes de que mi cerebro pudiera siquiera seguir el ritmo. Corrí directamente de debajo del árbol, hacia la tormenta, sin siquiera pensar en lo loca que me veía, lo mojada que estaba, cómo mi vestido era literalmente transparente en este punto. Como, realmente transparente. Como si pudieras ver mis pezones. Mis malditas tetas enteras. Porque, ¿adivina qué? No llevaba sujetador. Gracias a Natasha y su brillante discurso de "arruinará el look".
Y no solo eso. N