~Lira~
No respiré, no pude. Mis pulmones se negaron a funcionar, mi pecho se sentía demasiado apretado, demasiado lleno de todo lo que no podía decir. El dolor entre mis piernas seguía vivo, aún palpitando como un segundo latido. La vergüenza me clavó sus garras, pero también algo peor, algo más profundo, algo más sucio; deseo.
Mi bata estaba medio abierta, pegada a mi piel resbaladiza, exponiendo mi muslo, mi pecho, la curva de mi estómago aún contrayéndose con las réplicas que no me había ganado.
¿Y Natasha? Natasha estaba allí, con el sudor brillando en su piel, su cabello en un desorden salvaje alrededor de su rostro sonrojado, y sus ojos fijos en mí como si yo la hubiera interrumpido en algo importante.
—¡¿Lira?!
Su voz me atravesó como un látigo. No sonaba como la voz de una mejor amiga, tampoco a preocupación, sonaba a acusación, a odio. Como si hubiera violado algo sagrado, como si yo fuera la asquerosa.
Parpadeé, con mi visión borrosa. Mi corazón latía tan violentamente que po